Podemos. Podemos podar. Podemos entonces. Presente de imperativo del verbo podar. Primera persona del plural. Podemos el gasto público de una vez y el endeudamiento crónico y cancerígeno. Podemos las ramas secas del populismo y las baratijas del panfleto. Podemos sin miedo a los mangantes. Podemos a los que indultan sin vergüenza alguna. Cortemos el grifo a los que no merecen nuestra confianza. Pero, por favor, seamos exigentes con nosotros mismos. Aprendamos a diferenciar al corrupto del resto. Honremos al trabajador honrado. Podemos la ignorancia y el comentario destructivo fácil. Podar es un arte. Podemos. Podar es el proceso de recortar un árbol. La poda puede incrementar el rendimiento del fruto. Se emplea para obtener fustes más rectos y con menos ramificaciones, por tanto, de mayor calidad. Poda tú. Pode él. Podemos nosotros. Hay algunos, quizá los más viejos del lugar, que siguen agazapados con la convicción de que todo volverá a ser como antes. Los jóvenes deben decirles que no, que esto ha cambiado y va a seguir así. Podemos el eslogan facilón que sirve tanto para encumbrar a Obama, como para que la “Roja” gane el mundial o para que algunos equipos de fútbol consigan quedarse como estaban, aunque ahora lo llamen “salvación”. “Sí, se puede”, decían. “¿Qué se puede?”, pregunté. “Calla y grita”, me respondieron. Y me marché a mi casa. El dinero público se sigue gastando en mecanismos inventados para mantenerse en el poder. Los extremos de los demás nos asustan y no miramos los nuestros. Podemos poco a poco la renovada monarquía y su Casa Real. Quedémonos con lo justo por ahora. Cuñados, yernos, marqueses, condesas y demás tropa que vayan buscando un trabajo digno que los haga felices y los aleje poco a poco de las revistas y la sopa boba. Es el tiempo de la poda.
política
Reforma de la constitución
Aquí dejo mi propuesta de reforma de los tres primeros artículos de la Constitución Española.
Artículo 1
1. España se constituye en una Marca social y democrática de mercado, que propugna como valores superiores de su ordenamiento el consumo, la exportación y el turismo
2. La soberanía nacional reside en las castas políticas y banqueras, de las que emanan las redes de influencia que mueven el Estado.
3. La forma política de la marca española es la Monarquía de Juan Carlos el Campechano.
Artículo 2.
La Marca se fundamenta en la discutible y discutida unidad de la Nación española, mercado común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las sucursales que la integran y la insolidaridad entre todas ellas.
Artículo 3.
1. El castellano es la lengua española oficial de la Marca. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a maltratarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos para sangrar convenientemente a la central.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que permite a cada sucursal chupar de la borrega.
Negacionista
Esto que voy a decir no es una opinión, así que no me llamen negacionista, que es, por cierto, una palabra fea y agresiva utilizada para nazis y gente indeseable. Ahí va la frase: el Cambio Climático no parece ser tan importante como decían. Ha llegado la crisis y muchos planes para luchar contra el calentamiento de la Tierra se han difuminado. De hecho, en España, los Presupuestos Generales del Estado reducen a la mitad la asignación dedicada a esta materia. Además, el presupuesto total de ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente se rebaja en un 31,2 por ciento. Pongamos algún ejemplo más: el presidente de Mercadona, Juan Roig, dijo el otro día, entre otras cosas nada despreciables, que cobrar por las bolsas había supuesto un ahorro al país del 0’02 % del PIB. Ni bolsa caca, ni nada. Ahorro puro y duro para el empresario a cargo del bolsillo del ciudadano que además de pagafantas pasa a ser pagabolsas. El planeta es una buena excusa. ¿Va a querer bolsas? Sí, señorita. ¿Cuántas? Usted sabrá. Otro ejemplo cercano: el Pabellón de España que iba a ser el Instituto del Cambio Climático languidece triste y pierde ladrillos como si la nada de la Historia Interminable se lo fuera zampando poco a poco. La nada avanza porque las personas han dejado de imaginar, porque están desesperadas. Las personas desesperadas son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder. Vean la película. Lean el libro. El Cambio Climático trae pobreza y hambre. Hablemos de pobreza y hambre entonces y no convirtamos un asunto serio que nos hará culpables a los ojos de la historia en un conjunto de prebendas, puestos de trabajo, estrategias regionales y demás excusas para colocar amigos y chupar de la borrega. Ya ven, una columna de opinión sin opinión. O casi.
Alguien lo tenía que decir
Un amigo me dijo el otro día “nadie se atreve a decir que la campaña de publicidad del Real Zaragoza es muy floja”. En fin, ahí va, dedicado a mi amigo Nacho: la campaña de publicidad del Zaragoza es cutre como casi todo el Zaragoza a día de hoy. Pero eso es lo de menos. Es triste que el equipo de fútbol de una ciudad se lleve tantísimo dinero público y que el entorno del equipo viva mejor en la mediocridad que en las vacas gordas. Como dice mi amigo, nadie se atreve a decir que Aragón a día de hoy es el yermo, que tenemos un millón trescientos mil habitantes, que más de la mitad son mayores y niños, que tenemos cien mil funcionarios y cien mil parados y que el resto tira del carro como puede. Tampoco nadie se atreve a repetir que el tranvía en Zaragoza tiene más gente en contra que a favor y es triste que se escuche pocas veces que volver a abrir Independencia e inutilizarla para tantos y tantos actos sociales es un desastre. Nadie dice que pronto necesitaremos un canal de televisión exclusivo para la jota. Nadie dice nada cuando en Cataluña nos roban la historia. En ocho años, solo nos ha defendido en este asunto Oregón Televisión. Manda huevos. La Travesía Central del Pirineo, el agua y el Canfranc son tres asuntos que funcionan en los periódicos, pero que no tienen una realidad concreta ni a corto, ni a medio plazo. Los políticos siguen siendo mediocres en Aragón, mientras no se demuestre lo contrario y siguen necesitando ir a Madrid a sacarse el permiso de gestores de primera fila. Siguen sin darse por aludidos cuando salen como uno de los problemas principales en las encuestas. Están en otra guerra. Y no, no se hagan ilusiones, casi ningún político quiere que el Canto a la Libertad de Labordeta sea el himno de Aragón. Alguien lo tenía que decir, ¿verdad Nacho? Feliz vuelta al cole.
La grandeza
No esperaré a que mi amigo el político me llame. No me quedaré en mi metro cuadrado mirándome al ombligo. No diré que voy a hacer gestiones cuando tenga que ir al retrete. No caminaré estirado como si el cuello de mi camisa quemara. No miraré a nadie por encima del hombro. Dedicaré tiempo a decidir lo que pienso en determinados temas. No aceptaré argumentarios. No repetiré las mismas tres ideas durante toda mi vida, las actualizaré y profundizaré en ellas. Quizá renuncie a alguna. No seré un cabrón y rechazaré los ámbitos en los que serlo resulte imprescindible. Trataré de ser rico en tiempo y no en dinero y de ser feliz antes que rico. Trataré de entender a los demás antes de ponerlos verdes. No perderé el tiempo con mediocres. No gastaré ni malvenderé el talento. Intentaré no tener demasiadas servidumbres. No me dedicaré a complacer a los que piensan como yo. Trataré de acercarme a los que piensan distinto y comprender sus puntos de vista. No impondré, propondré. No repetiré en las conversaciones el “qué mal está todo” que ahora está tan de moda. Entenderé que el respeto a los demás comienza por respetarse a uno mismo. Trataré de no quejarme por mí, sino por los que de verdad están fastidiados. No diré tonterías como “los más necesitados” o “los más desfavorecidos”. Llamaré pobres a los pobres y ricos a los ricos. No esperaré a que los políticos solucionen mis problemas. Cuando escuche a alguien decir que ahora es momento de replegar velas o de retirarse a los cuartelillos de invierno y esperar a que pase la tormenta le diré que se equivoca. Cuando escuche eso de que hay que agarrarse como sea al puesto de trabajo y a lo que se tiene, que no está el horno para bollos, cuando vuelva a escuchar el estribillo gris de “conlaqueestacayendo” diré esto: es el momento de buscar la grandeza.
Tranvía para todos
La puesta en marcha del Tranvía en Zaragoza me da pena. Es una muestra excelente del bajo tono político y ciudadano que hemos tenido durante toda la legislatura. En primer lugar, el “nuevo” medio de transporte deja en evidencia al equipo de gobierno en varios aspectos: el coste del proyecto en tiempos de crisis y la oscuridad que le rodea, el grave problema que supone un único carril para coches en Gran Vía y Fernando el Católico y sus dudosas soluciones, la inexistente prevención de la siniestralidad que trae el tranvía -miren a Valencia con cien accidentes y diez muertos en dieciséis años-, la compra de opinión con publicidad en todos los medios, el reclamo electoralista de palo y zanahoria con la gratuidad del transporte antes de las elecciones y, por último, el argumento que repiten los más viejos y ante el que no encuentro respuestas convincentes: “ya hubo tranvía y lo quitaron. ¿Para qué lo vuelven a poner? ¿Para quitarlo otra vez?”. Bajo tono político también en la oposición que ha utilizado el papel de fumar para tratar el asunto. Tibieza, cobardía, hechos consumados y a tragar. No ha habido valor para alinearse en contra. No ha habido voces en la política local que respaldaran a la ciudadanía, ni siquiera después de aquella encuesta de Ebrópolis -empresa pública presidida por un tal Juan Alberto- que decía que más de la mitad de los zaragozanos estaban en contra del tranvía. Ante este panorama, los intentos ciudadanos por manifestarse contra el proyecto se han ahogado pronto mientras muchos acudían a ver la maqueta del tranvía en la plaza de España como moscas a la miel. Y para colmo, ahora quieren meterlo por Independencia cuando nos habían vendido que este paseo era un salón de la ciudad orientado a los peatones. Llévense el tranvía por otro lado, por favor.
Publicada con algo de maquillaje en Heraldo de Aragón el 17 de febrero de 2011
A igual a A
Comparar no es explicar. Ocultar no es informar. Comunicar no es gobernar. El argumento de la comparación nos persigue. Mejor que en 2004. Por encima de la media europea. Mejor que Italia. Cuando usted mandaba. Comparar no es explicar, señores gobernantes. Comparar es comparar. Necesitamos que nos expliquen la realidad política sin tanta comparación porque no tenemos todos los datos y no podemos confirmar lo que escuchamos. Al final, todo se acaba reduciendo a la fe. Y uno prefiere, por ejemplo, creer en la Santísima Trinidad –que ya es bastante- que en la otra Trinidad o en cualquiera de sus compañeros de gobierno. Nuestros políticos, incapaces de convencer con datos, tensan su labor de gestores hasta colocarla al nivel de la adhesión inquebrantable. Siempre has sido azul, sigue siéndolo. Siempre has sido rojo, no cambies. Cree.
Comunicar no es Gobernar, aunque se empeñe el canonizado Rubalcaba. Comunicar es comunicar. Hay una obsesión por comunicar en el actual Gobierno. Quince portavoces. La casa sin barrer. Comunicar es importante, pero gobernar es otra cosa. Gobernar –ya vale de tonterías- es gestionar recursos, voluntades y compromisos. Gobernar es casi siempre, más ocultar que informar. De eso sabe mucho el actual y pluriempleado secretario de organización del PSOE, quizá por eso esté en ese cargo. Fíjense si oculta bien la información que ni Biel ni su esposa sabían nada del nombramiento. Marcelino el ocultista. ¿Dónde está el Presidente?, nos hemos preguntado más de una vez durante esta legislatura. ¿Y la economía? Bien, gracias. No somos ingenuos: está claro que los movimientos que ha hecho últimamente Zapatero no están pensados para combatir la crisis. Están encaminados al objetivo único del político vocacional: lograr la permanencia en el poder.
Publicado en Heraldo de Aragón el 2 de noviembre 2010