ENTREVISTA CON UN GRAN JUGADOR DE POKÉMON GO
He quedado con Paco Casetas a las 9:15 en el mítico gimnasio Pokémon Tirador de Barra Aragonesa del andador Luis Puntes. Son las 9:10. Si mi instinto no me falla, Paco Casetas llegará unos minutos antes. A las 9:12 observo el panorama y lo identifico. Ahí está. Bandolera, calzado deportivo y muy buen aspecto. Paco Casetas es una de las leyendas de Pokémon Go en Zaragoza, aunque él no lo tiene tan claro. Sus Pokémon aparecen con frecuencia en los gimnasios de toda la ciudad. Hay una palabra que lo define: constancia. Al otro lado de la fuente, hay un grupo de señoras que hacen tablas de zumba con la música muy alta. La mañana promete.
¿Cómo empezó a jugar a Pokémon GO?
Como la mayoría de los padres. Empezaron mis hijos. Lo fueron dejando y, después, me animé yo. Al principio, me parecía absurdo, pero, poco a poco, te engancha. A mí me ha ayudado mucho.
¿En qué sentido?
Tuve una enfermedad muy fuerte. Estoy ya jubilado. La obligación de caminar me ha servido de mucho. Me ha ayudado a olvidarme un poco de mi enfermedad, aunque está siempre ahí. Parto de la base de que es un juego. Cada uno se lo toma a su manera.
¿Tiene una rutina diaria para jugar?
Primero hago mis cosas de casa. Plancho, hago la colada, luego tenderé. He hecho también los primeros platos para los chicos. A pesar de mi edad, tengo hijos jóvenes. Gracias a ellos, me fui obligando a vivir. A veces, te olvidas de vivir. Hay que vivir el presente, ahora mismo.
Es curioso que haga tantas labores domésticas…
Lo aprendí de mis padres. Eran campesinos. Me enseñaron siempre a depender de mí mismo. Las tareas de casa las he hecho toda la vida. No por la enfermedad. Creo que hay que colaborar y siempre ayudar en casa en lo que sea.
¿Qué tipo de gente ha conocido con Pokémon GO?
He conocido de todo: médicos, forenses, empresarios, enfermeras, veterinarias, policía local, policía nacional, chavales jóvenes, mayores, hay de todo.
¿Qué tiene el juego para enganchar a tanta gente?
Para algunos es la mera competición. Para otros es un pasatiempo como jugar a las cartas o hacer deporte. Te obliga a ir mucho por los parques y estar en la naturaleza. No quiere decir que estés todo el día jugando. Te puedes parar en un banco y disfrutar de la naturaleza.

¿Juega para subir de nivel o sólo para coleccionar Pokémons?
Las dos. Por un lado me gusta subir y por otro tener cuantos más, mejor. Hay gente que juega desde casa, haciendo trampas, más o menos. A estos se les llama «flys», lo hacen todo desde sus casas. También está el que pasea con amigos y disfruta más del juego. Depende más de la mentalidad de cada persona.
¿Cuál es su rutina de juego?
Después de hacer mis tareas, salgo a la calle y veo si he cobrado las monedas de los gimnasios. Si no es así, voy colocando Pokémons para ver si están ocho horas y me dan mis monedas antes de que me los derroten.
¿Se mueve sólo por esta zona o por toda la ciudad?
Estoy por todas partes. Yo soy de los que suele andar los quince o veinte kilómetros diarios. Ahora estoy en nivel 45 en una de mis cuentas y en otras en el 44. Creo que entre hoy y mañana pasaré a 45, pero sin prisas.
¿Tiene ilusión y prisa por llegar a nivel 50?
No. En absoluto. Lo mío es pura distracción. Seguro que llegaré si no dejo de jugar, pero sin volverme loco. Poco a poco.
¿Juega con alguien o va siempre solo?
Me gusta la soledad. Si quiero quedar con gente, me junto con mis amigos. También con el juego, puedo conocer a mucha gente. Soy una persona sociable, pero cuando juego, me gusta caminar solo.
¿Qué tiene el Pokémon GO?
Por una parte, la competitividad. Hay gente que tiene ganas de ser el primero. Otros lo hacen para matar el tiempo. Hay gente a la que le gusta jugar. Los chavales también están jugando mucho.
¿Cree que Pokémon es un juego más sano que el resto?
Debe tener sus limitaciones. Cada uno hace sus obligaciones y después sus devociones. La obsesión no es buena. Cuando llegas a nivel cincuenta… ¿Qué te queda?
Que suban a sesenta…
Es absurdo obsesionarse. Aun así, conozco a mucha gente que ha gastado mucho dinero del de verdad en comprar pases, móviles mejores y complementos para el juego. Yo tengo un móvil que tiene diez o doce años y cuando llegas a un gimnasio, a veces, se te apaga. Hay que saber lo que quieres. Yo quiero andar, ver los kilómetros que hago y también, así mi hijo pequeño está contento. Ahora mis hijos no juegan, pero en verano, cuando se juntan con los amigos, van presumiendo de lo que tienen…
¿Colecciona Pokémons de sitios diferentes?
Por supuesto. Colecciono los colores que hay a ambos lados del meridiano, que cambia en Barbastro. Mi favorito por imagen es Kangaskhan, que es regional de Asia. También tengo algunos cien por cien que me encantan. Y otros que me gustan para combatir son: Kyogre, Rechiran, Dialga, Groudon, Mewtwo o Raikou.
¿Se ha encontrado gente curiosa en este mundo de jugadores?
Hay muchísima gente especial. Por ejemplo, un profesor de universidad con dos equipos de investigación, gente que usa el juego como terapia y que le sirve para salir de un mal momento, es un grupo muy amplio.
¿No le importa que lo llamen friki?
No. En este mundo hay muchas personas y muchas formas de ver la vida. Mi vida no es este juego, es un pasatiempo. Yo soy montañero y deportista. Esto es algo secundario. Si te obsesionas con esto o con cualquier otra cosa, eso es lo malo. Pero yo no soy nadie para criticar.
¿Cómo empieza a hablar con la otra gente que juega?
Lo más habitual es cuando quieres tirar un gimnasio y, sobre todo, en incursiones legendarias. Es algo que no se puede hacer solo. Aunque no veas a nadie jugando, siempre hay un montón de gente. Desde la pandemia, se puede llegar al gimnasio de forma remota. A veces, no se puede ni entrar. Ahora hay un repunte de jugadores jóvenes impresionante.

¿Por qué ha pasado esto?
Ha sido por el cambio del juego durante la pandemia. Niantic, la empresa que hace el juego, tuvo que cambiar y poner los pases remotos. Antes tenías que estar siempre en los gimnasios. Ahora ha cambiado mucho y esto ha animado a la gente a volver a jugar. También están las invitaciones de «amigos» de los grupos de Pokémon, que te pueden invitar en incursiones remotas.
¿Qué zona de Zaragoza recomienda a los jugadores de Pokémon Go?
Sin duda, una de las mejores es el campo de fútbol del Ebro. Hay muchas pokeparadas ahí y es una maravilla. Lo malo es que atrae a muchos «voladores» que están siempre tirando todo. Es una barbaridad, a ver si lo arreglan. Antes apetecía ir, pero ahora ya no tengo tantas ganas porque está lleno de jugadores de este tipo.
¿Se ha planteado dejarlo en algún momento?
No. Me sirve para salir y no quedarme en casa. Me obligo a hacer una salida diaria.
¿Cómo se siente cuando algunos niños de esta zona lo llaman «leyenda»?
Me sorprendió mucho. Yo creía que era malo. No me vuelvo loco con cambiar el ataque de los Pokémon, ni hago cosas demasiado raras. Me hizo gracia. Yo no soy conocido.
¿Quién es el jugador de esta ciudad de más nivel?
Es un policía. Sin embargo, hay gente que echa más horas. Conozco algunos que juegan ocho o nueve horas diarias, pero son de los que juegan desde casa. Son un grupo que ya han llegado a nivel cincuenta y que tienen quinientos millones de experiencia de sobra.
¿Espera que Niantic ponga más niveles?
Creo que ahora no lo van a hacer. Habrá que esperar. Todo en esta vida hace ilusión y todo cansa. Hay cosas más importantes. Es un juego… Sin embargo, hay gente que lleva toda la vida jugando al guiñote.
¿Qué zonas de Zaragoza le han llamado la atención durante el juego?
Mi favorita es el Parque Grande. Hay que redescubrirlo, rincón a rincón, árbol a árbol. Me tocó ir mucho para el tratamiento de mi enfermedad y es una zona que me encanta. Estoy muy enamorado de mi ciudad. Mucha gente que vive en la ciudad no sabe lo que hay en Zaragoza. No se fijan. El Pokémon, aunque no lo parezca, te enseña a fijarte. Te enseña otro modo de mirar. Por ejemplo, esta zona en la que estamos, el monumento al tirador de barra aragonesa, es un lugar interesante. Yo conocí al campeón de Aragón, era de Casetas: Jesús Cabezas Esteso. Era, además, pariente del humorista.
El que iba con Pajares.
Ese mismo. Después, le quitó el título uno de Calatorao, que se apellida Maestro.
En Casetas hay que ir al bar del Bobi.
Desde luego. Buena gente. Iremos.