Hoy Rajoy le ha llamado a Zapatero algo así como travesti ideológico. Qué buena idea. Rajoy se refería a que Zapatero cambia de ideas como los travestis de sexo en sus noches locas. En este caso, siguiendo con el ejemplo, las vicepresidentas de La Vega y Salgado serían dos drag queens despechadas y sin tarima en la que bailar. Chaves, una reinona a la que se le ha pasado el arroz, que busca pasar el trago acodada en la barra del bar. El resto de ministros, en su carroza del orgullo gay, salen felices de su garaje y al llegar al centro de la ciudad se dan cuenta de que el desfile era el día anterior. Rajoy –tengo para todos- sería un mariquita apocado y miedoso, que sabe que tarde o temprano, si todo va bien, quiero decir, mal, tendrá las plumas a su disposición y será el rey o la reina de la fiesta. El panorama –siempre ideológico, no me entiendan mal- está más o menos así. Me he dejado a los sindicatos. Creo que ellos serían los seguratas, los de la puerta. Hacen lo que dice el jefe hasta que se hartan de él y se van a otro garito en el que se les pague más.
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