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A veces, lo sencillo es difícil de ver, el sentido común no abunda y todo se complica en una extraña maraña. En estas ocasiones es cuando aparecen personas con las ideas claras y con mucho valor. Estamos acostumbrados a un lenguaje basado en el circunloquio, en el eufemismo constante. La palabra se convierte en puñal que se emplea con fines malvados. Llamar a las cosas por su nombre es un ejercicio necesario en estos tiempos que corren. Cada vez hay menos personas que se dediquen a este ejercicio de mosca molesta. Hoy, dentro de un rato, tendremos aquí a una autoridad en la materia del sentido común, el juez de menores Emilio Calatayud. Ni se les ocurra perdérselo.