El señor Eguiguren está promocionando un libro en el que habla de cómo negoció con ETA el final de la actividad armada. Hace entrevistas con frecuencia en las que va a hablar de su libro. En todas ellas, además de repetir la expresión “hoja de ruta” diez veces como mínimo, compara el nacionalismo vasco con lo que él llama nacionalismo español. Esta curiosa comparación se viene escuchando desde hace tiempo en ciertos discursos de grupos nacionalistas. Podría aplicarse aquí el refrán que dice aquello de que el ladrón cree que todos son de su condición. No lo haremos porque no hablamos de robos sino de ideas, aunque el robo de ideas y también el de la propia historia ande también, por cierto, a la orden del día. Lo verdaderamente importante es que el nacionalista militante al calificar a otros como nacionalistas españoles, da por hecho que el ser nacionalista tiene algo que resulta negativo o molesto para otros. Podríamos decir que el llamado nacionalismo español resulta molesto para quien no lo es. ¿Quiere esto decir que el nacionalismo es malo de raíz? No me atrevería a decir tanto. Lo que está claro es que si el nacionalistas vasco le dice aquello de “tú más” al presunto nacionalista español se está retratando. Se supone que esta forma de pensamiento es una tensión hacia algo aún por conseguir. Yo, por mi parte, reclamo el derecho a no ser nacionalista de nada y, ya de paso, a ser ciudadano del mundo. También, reivindico la capacidad de sentirme como en casa en cualquier sitio y de no apoltronarme en el terruño. Me uno a la causa que se preocupa por buscar puntos en común con los otros en lugar de diferencias. Rechazo diferenciarme de alguien de quien solo me separan unos kilómetros. Estoy cansado de que los políticos me hablen de territorios y no de personas.
Califica este artículo.
[Total: 0 Average: 0]