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-«¿Creen ustedes que llevo gomina? No, en absoluto. Mi pelo es así. Usted, señorita, acérquese a tocarlo y compruebe que el brillo es natural. Levántese, le digo y toque. Dígaselo a sus compañeros».

Hace unos días murió Don Manuel Ramírez, uno de los cinco buenos profesores que tuve en mi carrera de derecho. Un maestro que vivía al margen de las convenciones sociales y que ofrecía verdaderas lecciones magistrales en cada una de sus clases. No dictaba nunca. Hablaba y casi siempre lo hacía de pie, aunque el contexto no invitara. Recomendaba lecturas y mostraba pasión por saber. Pese a su edad, era capaz de dirigirse a un público joven e incauto que acababa de comenzar los estudios universitarios. Para ello, dejaba a un lado ciertas normas y proponía las suyas. Las clases no tenían por qué durar una hora. “Si alguna vez llego antes de y cuarto, avisen, por favor, a urgencias”, decía. Cargaba su pipa sin complejos, se limpiaba las gafas con la corbata –el mejor uso que he visto nunca de esta prenda- se ponía de pie y hablaba. El primer día de clase, desenmascaró sin pestañear a todos los recomendados. Dejaba presentarse a matrícula con un aprobado y suspendía poco porque opinaba, como un maestro suyo, que a la gente vaga e incapaz ya le suspendería la vida.

-«A quien cante “María Cristina me quiere gobernar” le doy sobresaliente» –dijo en otra gloriosa ocasión. Y una señorita, quizá la misma que tocó su cabellera, cantó la canción y obtuvo el premio prometido.

Muchos lo llamaban excéntrico, pero aquello no eran solo fuegos artificiales. Era inteligencia y sabiduría. El mediocre se esconde tras el dictado cotidiano y el test evaluador que le permite soportar la pesada carga de la docencia. Hay que ser brillante y tener valor y talento para diferenciarse. Con Don Manuel Ramírez aprendí más que derecho político y constitucional. Entendí que salirse del rebaño cuesta y que el humor puede ser de gran ayuda. Fui testigo, además, de cómo su ejemplo y pasión arraigaba en algunos compañeros que eligieron seguir su camino para profundizar en su ciencia. Descanse en paz.

Don Manuel

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