Estoy mirando desde hace un tiempo libros y documentos de Zaragoza en los inicios del siglo veinte. Se cumplen durante estas fechas dos aniversarios redondos que me voy a limitar a comentar para compartir con el lector e invitarle quizá a hacer una reflexión.
El primero de ellos, tal y como recordaban Elena de la Riva y Mapi Rodríguez en la edición digital de HERALDO, es que hace más o menos cien años que el alcalde de Zaragoza, José Salarrullana de Dios regresó de un viaje de trabajo a Madrid y declaró a su secretario señor Olivito el gasto de doscientas setenta y cinco pesetas que pagó de su bolsillo. El gasto habitual hubiera sido de mil. Los concejales se opusieron a este gesto. Se puede leer la crónica haciendo una búsqueda sencilla en la red. El alcalde Salarrullana siempre quiso dar ejemplo. Lo hizo con obras y no con palabras. Fue, por cierto, íntimo amigo de Luca de Tena, fundador del ABC. Resulta curiosa la coincidencia con las iniciales de la mujer del alcalde: Ana Borderas Callén. Un biznieto de Salarrullana anda por la ciudad cien años después y me consta que hace honor a su segundo apellido.
Otra noticia llamativa de la que se cumplen cien años durante estos días es la siguiente: la Compañía de Tranvías, sin que nadie se lo pidiera, decidió aumentar en un real diario el jornal de sus trabajadores. Fue una decisión de la empresa debida a la subida del nivel de vida. El vino, las patatas, las judías y el arroz se encarecieron de un modo alarmante y la empresa decidió ayudar a sus trabajadores. Cien años después, parece que alguna de las empresas de transportes de Zaragoza no está para gestos paternales con sus empleados, ni los trabajadores de esta empresa parecen preocupados por el precio del pan, ni por muchas otras cosas. Mi amigo Javier me decía el otro día que va a pedir que le devuelvan el dinero del bonobús de sus hijos. No sé si va a tener suerte. También, en marzo de 1916, se prohibió en Zaragoza a los industriales dedicados a pompas fúnebres exhibir sus ataúdes en escaparates y terrazas. En ese mismo mes se detuvo a una banda de ladrones de catorce y quince años que se escondían bajo el puente de Hierro.
Algo hemos mejorado.