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los hombres buenosYa no cumplen los cincuenta. Se llaman José Luis, Miguel, Luis, Gabriel, Víctor, David, Antón, Ángel, Fernando o Manuel. Los hombres buenos son muy trabajadores, aprovechan bien el tiempo y, de vez en cuando, presentan obras que han ido elaborando con calma y cariño.  Saben ver lo que otros no ven y saben mirar. Disfrutan con su trabajo y aman lo que hacen. Los hombres buenos no hablan mal de nadie. Cuando les apetece hacerlo, se callan.  Quizá lo hagan en la intimidad. Yo no los he visto. Los hombres buenos aman la cultura y la defienden. No son activistas, son activos, permanentemente activos. Aportan, suman, colaboran, producen. Defienden su ciudad, su tierra, su pueblo y sus gentes y hablan de ello siempre que pueden. A veces, saben que hay motivos no racionales y no se paran a pensar. Simplemente, disfrutan sin complejos. Los hombres buenos cuidan de su familia y hablan con orgullo de ella. Se emocionan con facilidad. Tratan de transmitir una educación de valores eternos, de respeto y  de falta de prejuicios. Los hombres buenos no juzgan. Son optimistas y llevan el dolor por dentro. Los hombres buenos respetan a sus padres, los cuidan y disfrutan de ellos si todavía los tienen. Intuyo que han aprendido mucho en el dolor y en el sufrimiento y que, quizá ahí esté la raíz de su capacidad de ser felices. Son maestros en el arte de la amistad. Quizá sea lo que mejor hacen. La cuidan y la celebran con frecuencia. A los hombres buenos les gusta ayudar a las generaciones jóvenes. Lo hacen con educación y  paciencia, quizá mejor que lo que otros hicieron con ellos. Han aprendido a perder amigos por el camino y los echan de menos. Los recuerdan con nobleza  y los honran en sus trabajos y en su vida. Los hombres buenos aman Aragón y Zaragoza y a casi todos les gusta llevar de vez en cuando americana con camiseta. No les importa lo que digan de ellos. Son libres. Son una de las grandes riquezas de nuestra sociedad  y no han surgido por generación espontánea.  Son, además, un reflejo de la sociedad en la que viven y en la que disfrutan tanto. Algo habremos hecho bien en Aragón, es así. Tenemos los hombres buenos que nos merecemos.

 

Un comentario en «Los hombres buenos»
  1. Lo he leído esta mañana en un bar mientras hacía tiempo para la consulta del endocrino. Me encanta ser ese Manuel, Juan Luis, porque me encanta el tono, la hondura, el desprejuicio y la gentileza con que viertes esas palabras llenas de implícita y sincera gratitud no sólo antropológica, sino rica en emoción. Muchas gracias y muchos abrazos, querido.

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