Antes, uno se iba a «hacer fortuna» a las américas y, si la cosa iba bien, se volvía con un traje blanco indiano, un loro y un sombrero de paja, además de una fortuna en la cuenta bancaria o quizá dentro de un cofre. Ahora la expresión «hacer fortuna» ha quedado reservada para las palabras. Las palabras están vivas y pueden crecer, multiplicarse y llenar la tierra o menguar hasta desaparecer en el olvido.
La crispación hizo fortuna en la anterior legislatura. Algún listo -quizá aspirante a ingeniero social- comenzó a utilizarla y la cosa prendió como un reguero de pólvora. Crispar es usar la contracción repentina y pasajera en el tejido muscular o en cualquier otro de naturaleza contráctil. También significa irritar o exasperar. La irritación o la exasperación no hubiera quedado bien, así que se utilizó la crispación. Hoy, muchos periódicos dicen que la crispación ha muerto y yo pienso que me alegro por el fondo y que somos todos muy idiotas en la forma.