Yo no quiero a nadie

Crónica o algo parecido del concierto de Copiloto en las Fiestas del Pilar. 13.oct.2011

Pedrito me dijo por sms que siguiera la manguera de cables y me encontraría con él. Funcionó. Algo parecido al camino de baldosas amarillas. Sonaba Cuti cuando me agarré a la chepa de Pedro Popker, el nuevo productor musical de la ciudad que estaba con Andrea. Esa sí que canta. Cuti sonaba bien, rock bien hecho y bien cantado. Dice una leyenda urbana que solo utiliza un par de octavas del teclado, pero yo no me lo creo, aunque si fuera verdad, no pasaría nada. Otros usamos solo do, fa, sol y no nos han detenido todavía.

Yo iba a felicitar a Luis, a abrazar a Octavio fuerte y a ver a Copiloto. Lo demás seguro que también estaría bien. Acabó Cuti -su nombre es una mezcla entre Copi y Coti- con energía y bien arriba y en el cambio de back line vi el perfil de Luis Cebrian, que ayer cumplía treinta y tres. -Diga treinta y tres. Pues eso. No ha caminado sobre las aguas ni ha sanado leprosos, pero casi. Ha movido corazones y ha hecho feliz a mucha gente, algo más milagroso quizá que lo otro. Cebrián nos enseña y nos salva, después de habernos condenado un poco, claro. Tampoco es una hermana de la caridad.

Salió Copiloto con elegancia. Se nota el oficio. A las PAs les faltaba un poco de pitera que hubiera ayudado, pero no iba mal. Me gusta este grupo sobre todo por sus composiciones. La ejecución y puesta en escena es indie, algo así como tocar, oir y callar. Funciona. Por ahí estaba Sole Kowalkski que se merece ser protagonista de algo. Apareció Antonio Romeo y me dijo que se alegraba mucho de que no me hubiera muerto todavía. Se lo agradecí. «No se me mueran» será un poemario de alguien algún día. Romeo manda y lleva galimbas en bandeja como los ángeles. Por cierto, entre el público se movían tipos con mochilas llenas de cerveza. Llevaban una banderita como los autos de choque y tenían pinta de cazafantasmas. No pienses en nada. El muñequito de los marshmallows. Las chicas Clic andaban por ahí. Una morena y otra rubia. Ya tengo jefa de prensa para cuando el éxito me llegue. Pregunté a Luis Cebrián si «Yo no quiero a nadie» es la «Órbita» de Copiloto. Qué pregunta más penosa. Me dijo: «no tienen». Sin embargo, después vino «Chicos en pie de guerra» y Luis me confesó que esa sí que era su Órbita. Buenísima.

A la zona vip de Calatorao. Hay gente que se pone muy cachonda en la zona vip. Yo pillé una coca cola gratis y unas palmeritas Arruabarrena que no estaban mal, aunque donde esté repostería Martínez que se quiten los demás. Ser vip no me impidió hacer pis en una cabina de obra y escuchar cómo Pecker se hacía la picha un lío con las programaciones. Normal en escenarios tan pepinos. Pecker estuvo energético y profundo. Quizá fue el que más transmitió de la noche. Me encontré a Romualdo y a Marta. Dicen que cuando les nazca un hijo, antes que darlo de alta en el registro civil, lo harán del PAR para labrarle un futuro. Esta tierra es Aragón. Si me da por ahí pondré los nombres propios en negrita a lo Gómez Milián y tal vez hasta cuelgue una foto que robe por ahí.Tafalla estaba sentado en una silla de plástico como si estuviera mirando al mar. Javi Estige con un chaleco muy serio. Almazán, elegante. Jorge el bajista con su sonrisa bellísima y Rafa Domínguez, feliz y tranquilo. Goya nos miraba desde su atalaya y decía: «anda que…»

Adiós, Juan Alberto

Belloch y la Maña. Fernando Esteso y su hijo artista. Matamoros detenido unas cuantas veces. Roldán y su pareja rusa pasean y se dejan ver en buenos restaurantes. Becerril en su puesto. La Muela bien, gracias. Notivoli en el café de los artistas comparte barra con Perico Fernández.  Zaragoza cortada por la mitad. Nunca más la Ofrenda de flores pasará por el paseo de la Independencia. Decían que este paseo era el salón de la ciudad, pero los niños han montado en él el tren eléctrico y los mayores ya no pueden utilizarlo para sus cosas. Las manos de Belloch cogen un bolígrafo y hacen unos números que suman nueve mil. Las manos de Belloch se posan en los senos de la Maña ante el gesto divertido de Mari Cruz Soriano. Es la imagen de la otra crisis, de la decadencia, del recorte y del más de lo mismo. Las manos del alcalde, afanadas últimamente en la restauración de muebles, tocan chufa en el busto de la Maña. Dice que está en el templo de las mil puertas, en el inmenso palacio erigido en honor de la burocracia que llamamos seminario, pero no está ahí. Las manos de Belloch dicen adiós como el Rey Gaspar en la cabalgata. El alcalde que hizo cronista de la Expo a su rival político, hace ahora pregonero a quien tiene el deber de informar y criticar su gestión. Belloch el mago, el escapista, el “tocador” de señoras. El mejor político de Aragón, el que supo ir a buscar votos a la acera de enfrente, el que no fue sectario y el que tuvo una visión grande de Zaragoza y creyó en ella, está cansado. Aunque Izquierda Unida se deje el alma por llevarle el botijo y Chunta diga no, pero sí, Belloch no tiene más ganas y se va. Le deja, por cierto, el tomate a su mejor no amigo. El mejor político de Aragón ha dejado de serlo. Arden un par de contenedores en algún barrio. Anochece en Zaragoza.

 

No sabemos contar

No es tan fácil contar. Está visto que no se nos da del todo bien echar números. Contar subvenciones, contar pagos, contar lo que es público y lo que es para la saca. No se nos da bien tampoco contar la gente que hubo en las fiestas del Pilar. Díganselo a Belloch y a Jerónimo Blasco. No salen las cuentas. Cuatrocientos mil en la ofrenda supone una velocidad inconcebible en el paso ante la Virgen. No es fácil saber los que estuvieron en Madrid en la manifestación. Un millón. Doscientos mil. ¿Quién lo sabe? Cada uno barre para casa y es triste darse cuenta de que los números, tan cuadriculados y tan exactos, tampoco aguantan la mano de los sinvergüenzas.

Las Fiestas del Pilar

Hoy se han presentado las fiestas del Pilar y hemos dado pena. ¿Por qué? Porque se han presentado en el conocido local El Plata y hemos caído en la tontería de sacar a los travestís y demás tropa antes de hora o, mejor dicho, fuera de su hora. Travesuras de pueblerinos… Belloch se ha subido al escenario del Plata y ha dicho que el local resume lo que son las fiestas del Pilar: Distracción, trasgresión, espectáculos y alegría. Está claro que el señor Alcalde, tan populista cuando quiere, se ha olvidado algo en su descripción.

Pero no es sólo por eso por lo que los dirigentes de cultura, con el señor Blasco a la cabeza, han hecho el ridículo. El evento ha costado cerca de nueve mil euros. Son tiempos de crisis y una presentación de fiestas se puede hacer gratis en el Ayuntamiento o en el Seminario. No está el horno para bollos, señores gestores o, mejor dicho, señores presuntos gestores . Gastarse nueve mil euros en el cabarete cuando  acabas de subirle a todo el mundo los impuestos de la basura no parece muy serio.  Qué feo.