La señal que deja el sol bajo las mangas de las camisetas de los albañiles es la marca España. La espuma de cerveza que queda en la comisura de los labios de los guiris en la Costa del Sol cuando apuran sus jarras de litro también es la marca España. Por lo demás, no creo en la tontería de la marca España en la que el Gobierno anda tan ilusionado. Tampoco creo en la marca Zaragoza, ese ridículo dibujito que nos costó un ojo de la cara en un estudio de Madrid y que vino acompañado, además, de un vídeo explicativo vergonzoso. Desconozco si el garabato rojo es útil a las empresas y a los autónomos de Zaragoza. Creo, además, que ellos también lo desconocen. Están muy ocupados con las cuentas y las facturas del nuevo IVA. Parece ser que los poderes públicos vuelven a olvidar que su deber es generar un marco en el que se pueda desarrollar la libre competencia. Es curioso comprobar cómo muchos políticos se empeñan en comportarse como capataces y caciques. El Gobierno nunca puede ser el motor de la economía. En Aragón, cada vez que tenemos elecciones autonómicas, comprobamos que la GM no es la mayor empresa de la Comunidad Autónoma porque siempre lo es la DGA. Mientras tanto, las ayudas y las ideas originales para los emprendedores brillan por su ausencia. Hay mucho artificio, mucho semillero de ideas para mangonear talento y hacer la foto y poca ayuda real que se plasme en leyes y en beneficios fiscales. Además, seguimos sin recortar algunos gastos vergonzosos que deberían suprimirse aunque solo sea para ganar algo de credibilidad de cara al ciudadano. La marca España es un envoltorio cutre en el que no habría que gastar ni un euro más. Las marcas ya saben manejarse solas, pese a los gobiernos. El descontento y la frustración son hoy la marca España.
DGA
Cuando a sus Señorías les parezca bien
Cuando a sus Señorías les parezca bien, pueden ir constituyendo el Gobierno que hace ya unas semanas decidimos los ciudadanos en las urnas. Cuando tengan un minuto, los salientes pueden ir dejando de ejercer su poder caduco y pueden, si son tan amables, dejar de aprobar pliegos de contratación a última hora que el Gobierno entrante deberá revocar o comerse con patatas. Si no es molestia, podrían pensar en el doble gasto de trabajo y dinero que esta actitud supone. Si a sus Señorías les parece bien, no estaría de más que se dieran un poco de prisa en empezar a trabajar porque de ustedes depende el empleo de miles de personas que ahora están paradas, agazapadas en la mata, asustadas o afilando el cuchillo y diciendo por lo bajo el famoso “¿qué hay de lo mío?”. Miren las cifras y verán la triste realidad: mucha gente depende en Aragón de quien manda en el Pignatelli. Si, después de asegurarse el subsidio de paro de sus compañeros o mantenerse el sueldo en un nivel medio alto, tienen un rato para pensar en el ciudadano al que hace unos días ustedes llamaban votante, pueden darse prisa en empezar a trabajar, en convocar concursos, oposiciones, plazas en educación y sanidad y tantas otras cosas. Parece ser que necesitan todavía unos días para cerrar sus pactos a cal y canto. Sabemos también que los salientes van a cobrar hasta final de julio y que, salvo honrosas excepciones, casi ningún alto cargo ha pedido su cese después del resultado electoral. Después de que se forme el gobierno, hay previstos diez días para tomar posesión, así que nos plantaremos en agosto. En ese mes no trabaja nadie, aunque dicen los entrantes que sí que van a trabajar. En cualquier caso, en septiembre hablamos de lo tuyo, de lo mío, de lo nuestro y de lo vuestro. Cuando a sus Señorías les parezca bien.
La sartén por el mango
A veces, se escuchan comentarios que aventuran qué pasaría si salieran las cuentas y el PP pudiese pactar con el PAR para formar el próximo gobierno de Aragón. Aunque a Rajoy no le parece bien, hay quien dice que el PP estaría dispuesto a dejar a Biel el Gobierno de Aragón. No creo que sea algo que obsesione a Biel, aunque seguro que no le amarga el dulce. Pero, si se fijan, Biel lleva tiempo gobernando Aragón de hecho. Si miramos hoy, por ejemplo, las noticias de las agencias de comunicación vemos al jefe del PAR hablando sobre la huelga, los recortes, las empresas públicas, las comarcas, las diputaciones provinciales, etc. Biel habla de lo que interesa a día de hoy, corta el bacalao. Mientras, Marcelino, como en la monarquía parlamentaria, reina pero no gobierna. Flota. No navega. Sigue con su travesía central, un proyecto de medio plazo que a él le pillará en la senectud política y tal vez vital. Así que ya saben, Marcelino tiene la sartén, pero Biel tiene el mango.
El Gobierno de Aragón gasta más de tres millones en Correos
El otro día nos enteramos de que el Gobierno se gasta 150 millones de euros en gastos postales, en sellos. Nos llamó la atención y quisimos saber cuánto nos gastamos aquí, en el Gobierno de Aragón. Piensen una cifra. Se la digo, a ver si han acertado. 3.246.559 euros con 60 céntimos, es decir, 541 millones de las antiguas pesetas. Menuda tela en sellos, me digo yo. Espero que sean de pegatina, porque si no, alguien se ha quedado sin saliva. Son tiempos de crisis y es fácil sentirse escandalizado y escandalizar a los demás ante cifras como esta. No busco eso. Simplemente, creo que si estamos en tiempos de crisis, habría que atarse los machos en todos los aspectos del gasto y en estos, en concreto, aún más porque el gasto de correos puede ahorrarse en muchos casos. Primero, recurriendo al envío electrónico. Segundo, prescindiendo de enviar tantas y tantas tonterías protocolarias y tercero, mejorando la posibilidad de hacer trámites por internet. La palabra sostenible se usa mucho, pero para lo que conviene. Tal vez, el problema es que Correos esté desfasado y sin un duro y así, entre todos, lo siguen manteniendo.