Eventos como la Babyolimpiada, de la que luego hablaremos, nos recuerdan que el deporte es otra cosa. Es un lujo saber que en nuestra ciudad se organizan fiestas así. El deporte, nos recuerda la Babyolimpiada, es una pequeña escuela. Por ejemplo, una persona tímida, dentro de la pequeña disciplina de un equipo, no tiene problemas porque le hablarán y hablará con naturalidad.
Los niños demuestran que son felices haciendo deporte. Sin embargo, hay un peligro: el momento de la competición y el papel de los padres. Quien lo haya visto, lo sabe. Algunos padres son –aunque suene raro- un mal ejemplo para los hijos cuando pierden los papeles. En ocasiones, haría falta un educador de padres, porque los niños saben que lo importante es participar. Luego ya llegarán los padres a decirles que ese es el lema de los perdedores.
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