En España no aguantamos a los chulos. La chulería es el peor pecado. Permitimos viciosos, ladrones, corruptos, puteros, vanidosos, engreídos, mentirosos, despilfarradores, desordenados, mujeriegos, mangantes, trincadores, mindundis, abrazafarolas y demás gentuza. Esos pueden hacer de su capa un sayo. Pero con los chulos no tragamos. Hasta que no acaban humillados o desaparecidos del mapa de la popularidad, no paramos. Hay ejemplos muy claros. Ahora, me vienen a la cabeza los entrenadores de fútbol del Madrid y del Barcelona Van Gaal o Schuster. No digo más ejemplos para que no se enfade nadie. Hemos pasado un fin de semana de vergüenza en el aeropuerto de Madrid. La ministra Magdalena Álvarez es la que debe dar la cara, pero lo que hace es defenderse de un modo torpe y chulesco, atacando a los demás, diciendo aquello del «tú más». Es una pena. La ministra de fomento debería marcharse por incompetente, pero si lo hace, lo hará por eso, por chula.
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Es una actitud burda, barriobajera y sin clase. Ya se sabe, hay que morir matando, y ante la duda, siempre, salpica que algo queda.
La maniobra consiste en desviar la atención a otro lado, crear una polémica implicando a otros y lavarse las manos, dejando para mas tarde la solución. solución, que por otra parte, se espera que venga por arte de birlibirloque.
Vaya, vaya…