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Lee aquí el capítulo 4. Y aquí el uno.

El acordeón fue detenida y puesta a disposición judicial. Después, fue puesta a secar. Se le condenó a pasar tres noches y un día en la horchatería de enfrente de Hacienda. El acordeón prometió no deprimirse y leyó diarios gratuitos.

Una tarde, un ser indefinible entró en el local. Llevaba polainas, chancletas, botas, escarpines, mocasines y maripís. Los llevaba puestos todos  a la vez y tenía cierto estilo. Sus amigos lo conocían como El hombrecico

Un comentario en «El robotico, capítulo 5, culebrón por entregas»

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