Ya estoy harto del señor López de Uralde, el director ejecutivo de Greenpeace que se coló en la cena de gala de la Cumbre del Clima de Copenhague. Estoy sorprendido de que en todas partes se le reciba como a un héroe y se le dé cancha para hablar. Este señor ha cometido una acción presuntamente delictiva, violando la seguridad de un puñado de dirigentes internacionales. Sin embargo, a nadie parece importarle. Se utilizan eufemismos y expresiones absurdas como decir que “protagonizó una acción reivindicativa” y que es un “activista muy comprometido” para restar importancia a su acto. Estoy de acuerdo en que la reacción del gobierno Danés puede haber sido desmedida. Pero la de nuestros medios de comunicación también lo ha sido. Basta ya de majaderías. No convirtamos al bufón en pensador porque nos ira mal el negocio. Habría que preguntarle al señor López de Uralde quién le paga el sueldo, el viaje a Copenhague y todo el chiringuito. Habría que preguntarle, de paso, de dónde sale el dinero de Greenpeace. Sería un interesante debate. Habría que recordarle que el cambio climático mueve mucho dinero en todos los Gobiernos ante cuyos presidentes se quejó y que por mucho repetir una cosa no acaba por ser verdad. Esperemos que la cara barbuda del señor López de Uralde desaparezca pronto de la actualidad, aunque después de esta campaña de márquetin será complicado.
Califica este artículo.
[Total: 0 Average: 0]