Nos maravillamos al mirar la Gran Vía abierta y el río Huerva pasando encajonado entre dos muros. Pero el Huerva o, mejor dicho, la Huerva, nos mira y nos llama cínicos y aprovechados a los ciudadanos y mentirosos y sinvergüenzas a los políticos. A los dirigentes de la ciudad se les llenó la boca con la frasecita famosa de “vivir de espaldas al río”. No pararon de repetirlo durante la famosa Expo. Zaragoza, se supone, después de la Expo, vive de cara al río. Pero no es así. Fue todo un cuento, una excusa para pegar la gran trincada de dinero público. A nadie le importa el río, ni la sostenibilidad, ni ninguna de esas cosas que los políticos repetían en lo que se llamó ridículamente “la mayor fiesta del agua en la tierra”. El Huerva se volverá a cubrir y seguirá lleno de basura por muchos años. La excusa del agua fue interesante, pero no ha quedado nada. Ahora ya sabemos que la mayor fiesta del agua en la tierra sigue siendo la de las camisetas mojadas.
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