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Si nuestros líderes políticos fueran más listos tratarían de hacernos entender algo así como que todos los corruptos del color que sean tienen que acabar en la cárcel. Sin embargo, asistimos a un triste espectáculo en el que lo único que se dice es  “mis corruptos no son tales, los tuyos sí que lo son”. La conclusión a esta situación es muy sencilla: hay corruptos en todas partes y sinvergüenzas en cada esquina. Hay medios de comunicación que utilizan la coletilla de la presunción de inocencia, pero basan toda la argumentación de sus debates y tertulias en indicios y en imputaciones. La pena de banquillo, de imputación y de debate es una pena oficial en España, previa al código Penal y a la que no llega la tutela judicial efectiva. Si Rajoy y Zapatero dijeran “estamos juntos en esto, vamos contra la corrupción”, otro gallo nos cantaría. Si Rajoy y Zapatero limpiaran debajo de la alfombra, algunos tendríamos más fe en la política. Pero ya ven, esto no es un país multicolor.

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