Hablar de todo para acabar no hablando de nada. Mezclarlo todo para no profundizar en nada. “El sexo es malo para los niños”. Respuesta: “peor es la violencia”. “La iglesia trabaja para los pobres”. Respuesta: “pero algunos curas abusan”. Esto es un lío, señoras y señores. Demasiadas voces y demasiada superficialidad. No tocamos fondo nunca y cuando lo tocamos, el asunto ya no interesa. Los que tocan fondo acaban marginados y tarados. Son pensadores que aparecen poco en la tele. Los niños que tiraron botellas y piedras a la policía en Pozuelo de Alarcón ya están en la calle y algunos dicen que fue el mejor día del año. Otra vez a hablar sobre educación y a echar la culpa a los padres. Pocos haban de la ley y del papel de los jueces. Los policías se quejan y los jueces están en la parra. Pegar a un policía sale como mucho por 30 euros en España. Eso dicen los sindicatos policiales. A ver quién toca a un policía en países como Inglaterra o Estados Unidos.
violencia
Violencia permitida
Nos vamos encontrando con sucesos tristes. Disparos, escopetas, pistolas, muertos en escuelas, en centros comerciales y en hospitales, tiroteos y asesinos abatidos por la policía. Hemos creado un estado violento y no nos lo tomamos en serio. Somos hipócritas con la violencia. Sólo nos acordamos de ella cuando se habla de sexo. «Peor es la violencia», decimos como argumento barato y nos quedamos tan anchos. La violencia se cuela en nuestras vidas y nadie se queja. Todos nos fingimos escandalizados al ver ciertas noticias. Los telediarios siguen echando carnaza. Nadie dice nada cuando las escenas violentas vienen firmadas por Tarantino o por Stanley Kubrick. Parece que hay una violencia de primera y otra de segunda, una que escandaliza y otra que no. Tendríamos que protegernos de ella y proteger a los niños para que no salgan tan cafres como nosotros.