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Nos vamos encontrando con sucesos tristes. Disparos, escopetas, pistolas, muertos en escuelas, en centros comerciales y en hospitales, tiroteos y asesinos abatidos por la policía. Hemos creado un estado violento y no nos lo tomamos en serio. Somos hipócritas con la violencia. Sólo nos acordamos de ella cuando se habla de sexo. «Peor es la violencia», decimos como argumento barato y nos quedamos tan anchos. La violencia se cuela en nuestras vidas y nadie se queja. Todos nos fingimos escandalizados al ver ciertas noticias. Los telediarios siguen echando carnaza. Nadie dice nada cuando las escenas violentas vienen firmadas por Tarantino o por Stanley Kubrick. Parece que hay una violencia de primera y otra de segunda, una que escandaliza y otra que no. Tendríamos que protegernos de ella y proteger a los niños para que no salgan tan cafres como nosotros.

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