Los carromatos de Carlos Herrera o la historia de la radio española

A todo el mundo le encanta la radio. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. A todos los becarios que llegaban a la redacción les preguntaba qué medio les gusta más: -La radio. Esa era la respuesta constante. Nos cansamos de hablar de la magia de este medio y de la historia que ha tenido. Recordamos de vez en cuando la bellísima película «Historias de la radio» y toda la magia que tenía aquel mundo de imaginación tan evocador cuando la televisión no existía.

Sin embargo, no todo lo bueno ha pasado ya. Hay una persona que está haciendo magia en la radio a diario y parece que no se le reconoce lo suficiente. Es Carlos Herrera y lo hace de lunes a viernes a las nueve menos diez de la mañana. Es el momento en el que presenta su tertulia. Les invito a escuchar este vídeo y a juzgar por ustedes mismos. Hay que tener valor para hacer esto a esa hora y un jefe listo y con mucha cintura. Herrera dice que lo hace porque es el momento en que se lleva a los niños al cole. A mí me encanta y me descubro ante un profesional con tanto valor. Juzguen ustedes mismos.

Ojo con la expresión "al parecer"

Cuidado con la expresión “al parecer”. Es una coletilla que se escucha cada vez más, sobre todo en las noticias sobre sucesos cuando el muerto está todavía fresco y no se sabe muy bien qué ha pasado. No digo que lo hagan todos los periodistas, ni mucho menos. Pero sí lo hacen algunos y también contagian a algún que otro político. “Al parecer” es una muletilla que sirve para todo. Uno dice “al parecer” y después puede mentir,  insultar, difamar, hacer sensacionalismo, amarillismo o lo que sea. “Al parecer” es una “casi sentencia”. Después, cuando se conoce toda la información nadie se encarga de desmentir nada, ni de pedir disculpas.

Perros con collar

Cada vez estoy más convencido de que vivimos en un mundo diferente al de nuestros gobernantes. Cada vez estoy más convencido de que la prensa y los informativos de televisión y radio hacen sólo un pequeño y limitado teatro de la realidad. Se nos cuelan cosas sin parar porque no tenemos tiempo ni ganas de estar controlándolo todo. Se nos pasan muchos detalles. Los que mandan van haciendo lo que pueden. Cuando les damos el voto, les estamos dando más de lo que parece. Cada vez estoy más convencido de que los perros tienen un amo que les pone un collar y cada vez estoy más convencido de que los perros sin collar acaban en la perrera o muertos en una cuneta.