Califica este artículo.
[Total: 0 Average: 0]
La Navidad se nos escapa como arena fina entre los dedos con la sensación de que no podemos parar el tiempo y disfrutar de las cosas como cuando éramos niños. A veces, la ansiedad y el agobio pueden con nosotros y nos sentimos autómatas o “hacedores” de cosas. La Navidad pasa a ser un recuerdo lejano de una mañana fría paseando por la calle, de una visita a la planta de juguetes, de la noche de reyes soñando que los reyes ya habían venido…
Este recuerdo puede hacernos sentir culpables. Podemos creer que hemos perdido la sensibilidad y que somos unos adultos despreciables. Pero no es eso. No todo está perdido… Una de las claves está en saber pararse. Hacer que una tarde se pase junto a la familia, rebelarse contra la rutina del día a día y decir, por ejemplo, “me quedo toda la tarde jugando al scalextric con mi sobrino”. Quizá en ese momento, hayamos “agarrado” de nuevo la Navidad.
Este recuerdo puede hacernos sentir culpables. Podemos creer que hemos perdido la sensibilidad y que somos unos adultos despreciables. Pero no es eso. No todo está perdido… Una de las claves está en saber pararse. Hacer que una tarde se pase junto a la familia, rebelarse contra la rutina del día a día y decir, por ejemplo, “me quedo toda la tarde jugando al scalextric con mi sobrino”. Quizá en ese momento, hayamos “agarrado” de nuevo la Navidad.
Siempre te puedes agarrar una moña, que también viene cargada de recuerdos en estas fechas…
Moñas las que deberían cogerse los que dicen tontadas, como las expresadas en este post