No me gustan los Óscar. Son unos premios incultos, provincianos y de nuevo rico. Los Óscar son un circo absurdo y un aro por el que todo el que quiere hacer cine a gran escala tiene que pasar. Entre otras cosas, me llama la atención que sigan dando el premio a la mejor película extranjera. Parece que el cine sea solo patrimonios de los estadounidenses y los demás seamos unos aficionados. Puede que ellos tengan una industria muy avanzada, pero no me gusta que traguemos con lo de la mejor película extranjera. Las películas tienen que ser universales, nunca extranjeras. Por eso los llamo provincianos. No me imagino el premio Nobel al mejor físico extranjero o al mejor médico extranjero o al mejor escritor extranjero.
Son unos premios incultos porque prima el dinero y la pasarela sobre el contenido. Y son unos premios con imagen de nuevo rico porque se habla constantemente de dinero, inversión, joyas, vestidos y zapatos. Así va el cine: cada vez más cerca del circo y más lejos del arte.