Reseña del libro «Turrones para Sender» de Marta Fuembuena Loscertales. Epistolario personal de Ramón J. Sender y Eduardo Fuembuena
En la página 55 de este libro encontramos un espejo en el que mirarnos. Turrón del bueno. Bofetada y reflexión. Son un par de confidencias que Fuembuena le hace a su amigo Ramón J. Sender por carta. Copio o muero: «No puede usted imaginarse la tremenda batalla que vengo librando cada día por mantener en alza, sin aires de jota ni eruptos de sopas de ajo, la verdad de nuestro Aragón«. Canela en rama. La cosa no termina ahí. Copio o muero otra vez, una página más adelante: «Adjunto le envío un cuestionario para la selección ‘Aragoneses fuera de Aragón’«. La página 55 de este libro nos dice que no somos la más guapa del reino. Nos dice, al contrario, que somos la misma de siempre, pero con más arrugas. Los que tenemos algo que ver con la televisión vemos en esta carta dos ideas que siguen triunfando a día de hoy, miramos la fecha y vemos que han pasado más de 30 años y que los aires de jota y los aragoneses por el globo terráqueo siguen siendo lo que nos gusta.
Se me ocurren pocas maneras mejores para honrar la memoria de un abuelo que sacar a la luz un libro como este. El género epistolar, que suele invitar al bostezo y la pereza, es en este libro un vehículo rápido y dinámico para conocer de cerca las ideas honestas, limpias y enérgicas de dos personalidades luminosas. Además, toda la obra es un monumento a un valor que se está llenando de polvo en las estanterías: el respeto. El trato entre Sender y Fuembuena es cariñoso -muy interesante cómo se introduce el tuteo-, pero siempre está lleno de respeto y admiración.
La autora pasa por este libro como los buenos árbitros de fútbol. Conduce y no molesta. Deja que brillen los jugadores. Tropo hace tiempo que no edita libros. Hace algo mejor que aún no sé cómo se llama. Acierto editorial. Bienaventurado el libro que te ayuda a conocerte porque será llamado literatura. Amén.