Me envía mi amigo Enrique Cebrián Zazurca esta reflexión improvisada sobre sus lecturas. Él y Ángel Gracia me han contado últimamente que les gusta leer a Jesús Moncada en catalán.
«Una odisea es pedir un libro en catalán en un lugar tan alejadísimo de Cataluña como lo es Zaragoza, capital de una Comunidad en la que tampoco se habla catalán. ¡Por Dios! Si Zaragoza está a 12.000 kilómetros de Cataluña. Un tipo que viva en la Avenida de Madrid llega antes a Lleida que a Torrero, pero un libro de Barcelona tarda unos 4 ó 5 meses. De Nueva York, una semana, aproximadamente. Hay mucho catetismo en Cataluña. Señor de la editorial de Barcelona: ¡soy un zaragozano castellanoparlante que quiere leer un puto libro en catalán!, ¿le cabe esto en su cabecita provinciana?»
Me temo que no es (o no sólo) problema de la editorial catalana, sino de los distribuidores y libreros zaragozanos. La distribuidora Icaro sí que tiene libros en catalán, pero no los verás en las librerías aragonesas. Por otra parte, siempre puedes usar internet, ¿no?. Por ejemplo, aquí: http://www.lacentral.com/
Sin ánimo de acritud: si cuando vamos a Londres no decimos «voy a London»; ¿Por qué llamamos «Lleida» a Lérida? Desde mi punto de vista es igual de erróneo que decir: «Vamos a pasar el weekend de shopping».
Dedo en la llaga ponte un 10
Estoy hasta bien arriba de ciertas catetadas Pero me parece que algunos se les hacen los dedos huespedes. No se si será problema de las editoriales o de que NO son rentables
Chorche: Quizás sea problema también de los distribuidores; pero en este caso no lo era de los libreros zaragozanos. El librero que pedía el libro era Pepito Antígona y estaba más que harto porque no era en absoluto la primera vez que le pasaba esto. Y, ahora que lo dices, es cierto que creo recordar (no estoy seguro) de que sí que era la distribuidora la que planteaba los problemas.
En cualquier caso, muchas gracias por el enlace.
Dedo en la llaga y Francha Menayo: Digo «Lleida» por ser uno de los nombres oficiales de esta ciudad en España. Y digo «Lleida» con la misma normalidad con la que digo «Lérida», sin hacer militancia de nada.
Francha Menayo: Ojalá fuera sólo una suspicacia mía, pero me temo que no es así. No hablo de rentabilidades, ni de beneficios económicos (ése sería un debate más amplio), sino simplemente de que pido un ejemplar de un libro (rentable, desde luego, porque lo pido para comprarlo) y de que me tarda meses en llegar de Barcelona a Zaragoza. Nada más.
Para todos: Por cierto, el libro era «Misteriosament feliç», poemario de Joan Margarit, que os recomiendo a todos.
Enrique: con todos mis respetos, yo hablaba sobre lingüística, no de política.
El hecho de usar extranjerismos innecesarios es una lacra para el castellano, mientras que la oficialidad de uno u otro nombre es un asunto meramente administrativo.
Es decir, por mucho que nuestros dirigentes se empeñen en hablar de una «ley integral contra la violencia de género», esa expresión seguirá siendo lingüísticamente incorrecta.
Yo también espero que nadie me tache de militante ni antimilitante de nada, solo por aborrecer estas aberraciones del lenguaje.
Un saludo.
De acuerdo. Pero yo no llegaría a calificarlo de «aberración lingüística».
Me parece muy saludable que los españoles utilicemos indistintamente los nombres de ciudades y pueblos en una u otra lengua, según nos apetezca, según el día.
Enrique:
Para que la anterior frase sea políticamente correcta, debería incluir también a «las» españolas:
«Me parece muy saludable que los españoles Y LAS ESPAÑOLAS utilicemos…»
Como usted ya sabrá, esta es otra «saludable» costumbre que está causando furor actualmente. ¿Qué importa que tampoco tenga ningún fundamento? Lo importante es que queda muy COOL. Hay que darles una CHANCE a todas estas nuevas formas de expresión. Son de lo más TRENDY.
Desde luego que sí, Dedo en la llaga. Si no he puesto también «las españolas» y otras cosas que señala es porque no soy tan listo y chisposo como usted, que se permite -escondido tras un pseudónimo pseudo-justiciero- decir lo que tiene o no fundamento.
A mí la corrección política me produce igual o mayor urticaria que a usted, pero me reafirmo en que yo considero «SALUDABLE» la utilización indistinta de los topónimos en una u otra lengua. A usted eso le puede parecer bien, mal o una tontería, pero, para mí, tiene un fundamento que, si quiere, debatimos. No zanje las cosas como si su opinión fuese dogma, ni haga gracias con las que le puede salir el tiro por la culata, ya que, si busca «saludable» en el DRAE, encontrará en su tercera acepción esto: «Provechoso para un fin…». Esa doble e indistinta utilización que propongo, resulta provechosa para ciertos fines que yo considero positivos. En torno a ellos u otros, repito, si quiere, podemos discutir; pero tenga precaución cuando trate de dejarme en evidencia, como si yo hubiera utilizado mal el lenguaje. El uso del término «saludable» es aquí absolutamente correcto, así que me permito recomendarle que, antes de hacer gracietas, lo piense mejor, para no volver a salir trasquilado la próxima vez que vaya por lana.
Un saludo.
Enrique:
No sólo me reafirmo en que sus peregrina idea (la de mezclar vocablos de distintas lenguas en una misma frase) no tiene ningún fundamento, sino que le recuerdo que el onus probandi recae en su parte para demostrar lo contrario. No puede hacer apología de la incorrección gramatical y esperar que todo el mundo asienta gentilmente. Si usted promulga el uso de extranjerismos superfluos en el habla normal, fundamente su propuesta. Y si no tiene argumentos, al menos sea maduro y acepte las críticas.
Seguramente a usted se le antojará una idea muy romántica (busque en el DRAE a qué acepción me refiero); pero a otras personas nos parece una solemne tontería. ¿Por qué no escribimos todos la letra «H» sólo cuando nos apetezca? ¿Por qué no usamos indistintamente la «B» y la «V» según el día? Por favor, seamos serios.
Por otro lado, lo que usted ha entendido (dada su respuesta) como un ataque hacia su persona, no era sino una demostración mediante reducción al absurdo de que su idea carece de justificación lingüística. Si su invitación a mezclar churras con merinas fuera válida, también lo serían las tres últimas frases de mi respuesta. Y estára de acuerdo conmigo en que las frases no se sostienen. Hagámoslo a la inversa: si le hace daño a la vista leer «COOL», «CHANCE» y «TRENDY» en una frase en español, supongo que advertirá la incorrección de la frase «voy de viaje a LONDON». Entonces, dígame: ¿qué diferencia hay entre «voy de viaje a LONDON» y «voy de viaje a LLEIDA»? Déjese de zarandajas y explique por qué en inglés «está mal» y en catalán «está bien».
Por cierto, no se salga por la tangente para intentar «trasquilarme» en vano. En ningún momento he tildado de incorrecto el término «saludable». Usted no ha «utilizado mal el lenguaje» al usar la palabra «saludable», sino al incrustar el topónimo catalán en una frase en castellano.
Para honrar la chispa que usted me atribuye, me siento obligado a regalarle este consejo: lea dos veces lo que se le escribe y no se deje llevar por la ira. La rabia nublará su juicio y le hará más vulnerable. Busque algún adjetivo dirigido a usted en mis argumentos y compárelos con los que usted me ha dedicado gratuitamente. Y obviaré la pseudo-amenaza «tenga precaución cuando trate de dejarme en evidencia», porque aquí el único que se ha puesto en evidencia es usted mismo.
Para la próxima vez que vuelva a no tener razón en una discusión, y a falta de mejores argumentos que el insulto, le recomiento que guarde silencio. Parecerá mucho más inteligente.
Un saludo.
Se me olvidaba rehusar su invitación a debatir los fines que usted considera positivos. De entrada, me inspiran muy poca confianza unos «buenos» objetivos que necesitan recurrir a «malos» mecanismos para realizarse. Llámeme desconfiado, pero siempre me ha parecido bastante pueril la idea de que el fin justifica los medios (en este caso, hablar y escribir incorrectamente).
Estoy demasiado hastiado de iluminados que, en pro de distintas y «altruistas» metas pretenden deformar, retorcer y distorsionar el idioma a su antojo. Usted lo llama «corrección política urticante»; yo no aprecio gran diferencia entre duplicar el género en cada sustantivo (como propugnan algunos «visionarios y visionarias») e introducir extranjerismos innecesarios en nuestro idioma. Está claro que no hay peor ciego que quien no quiere ver.
Me pesa la conciencia, porque puede que sea verdad que Enrique no haya entendido el significado de las comillas (me estoy refiriendo a la confusión con la palabra «saludable»). En ese caso, le recomendaría que revisase el capítulo V de la Ortografía de la Lengua Española (por ejemplo, aqui: http://www.campusred.net/rae/pdf/capitulo_5.pdf ) sobre los signos de puntuación, para no malinterpretarlos de nuevo.
Le puedo adelantar que el uso de las comillas que yo hice tiene que ver con «indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar o de otra lengua, o que se utiliza irónicamente o con un sentido especial», pero me veo incapaz de explicarle lo que significa eso de «ironía».
Muchísimas gracias por su iluminación. Pido disculpas si he cometido algún error o si se me ha escapado algún doble sentido. Sin ninguna duda, usted sabrá perdonarme y comprender a este pobre «ciego» «iluminado» (¡un magnífico uso literario de la paradoja, por cierto!; ¡enhorabuena!), a este tipo tan estúpido que pensó que podía entablar un debate racional con usted, y hasta se lo propuso. ¡Tamaño descaro por mi parte!, ¡tamaña vanidad!… Le ruego, eso sí, que siga ilustrándonos a los lectores de este blog con sus comentarios. Para los que tenemos la desgracia de vivir en regiones alejadas de la verdad absoluta, su saber será siempre cobijo contra el frío. Una abraçada molt forta!
De nada, hombre; a mí no me ha costado ningún esfuerzo.
No sé si me atrevería a calificar a las normas ortográficas y gramaticales de «verdades absolutas» pero tiene usted razón: en términos lingüísticos, probablemente son lo más parecido.
Acepto sus disculpas, pero no sea tan duro consigo mismo; todos cometemos errores. Tampoco se lo tome como algo personal. Mi único objetivo era limpiar, fijar y dar esplendor.
Por mi parte, creo que seguiré intrigado por saber cuál es la diferencia entre usar topónimos ingleses y catalanes, porque me temo que nos interesan debates distintos.
Mis más sinceros saludos.
Enrique Cebrian, por alusiones, yo lo pediria en otra libreria, porque si Pepe te hace lo que me hizo a mi hace años, no volverias por su libreria como hice yo Solo lo que no se pide no te envian y se muy bien lo que escribo, porque tengo espinitas, pero una espinaza grande de cuando le compraba a él
Antes de echar al vuelo hay que informarse de donde esta el fallo
saludos y suerte
Dedo en la llaga sigo estando de acuerdo contigo
Muchas gracias, Francha Menayo.
No sé otras veces, pero me consta que esta vez lo pidió.
Gracias y un saludo.
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