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Entré en Bimba y Lola a comprar un libro de partituras para mi zambomba.

Dos perritos deprimentes se acercaron a olisquearme. La dependienta me dijo:

-Perdónelos, están muy nerviosos. Mañana tienen que llevar los anillos en una boda. Es mucha responsabilidad para ellos.

-Esa boda no se producirá -respondí- conozco al novio y acaba de morir en un accidente de caza. Lo han confundido con un jabalí. Mire usted.

La pobre dependienta se puso a llorar de forma desconsolada y fue imposible hablar sobre mis partituras. Fue imposible también decirle que aquello era una broma.

Salí de Bimba y Lola determinado a dejar plantada en el altar a la hortera de mi novia.

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