Hace unos meses, con el informe del tribunal de cuentas sobre la Expo del año 2008 debajo del brazo, este maquinista que les habla se fue a una rueda de prensa en la que se presentaba el libro de un economista que estudiaba el impacto de la muestra en la ciudad. En el centro de prensa de Ranillas, acompañaban al profesor de economía el consejero Larraz y la jefa de Expo Zaragoza Empresarial, Encarnación Vivanco. Después de la exposición del profesor y de escuchar que todo había sido una maravilla, un servidor levantó la mano y hizo una pregunta incómoda que llevaba estas palabras y algunas otras entre interrogantes: “las cuentas no salen”, “parece que no ha venido tanta gente”, “se ha perdido dinero”.
La respuesta airada del consejero fue fulminante. El informe del tribunal de cuentas era poco menos que una maravilla. La presidenta de Expo Zaragoza empresarial no fue menos que el consejero y en un tono enérgico defendió las cuentas de su recién estrenada empresa en el destierro aragonés.
Es muy probable que tanto uno como otra supieran la verdad: no vinieron seis millones. Vino uno y medio. La Expo fue un campamento de verano para los aragoneses. Las cifras que ofrecen los informes dan miedo. Sobre todo algunas como la del telecabina. Pero los políticos nos venden otra cosa. Pan y circo. Pan y Hombre Vertiente. Ahora, la principal preocupación de muchos de nuestros dirigentes es buscarnos otro chiringuito al que mandarnos a pasar el día y lo malo es que alguno que otro les va saliendo.