José Luis Aramendía es un personaje escapado de una novela de Baroja. Sabe más que Lepe y, de vez en cuando, me cuenta historias muy interesantes. Aramendía es uno de los que más sabe de Románico en Aragón. Y de alguna otra cosa más… Me manda estos dos artículos para que los ponga en el blog.
Por fín, un presidente
Por fin un presidente de la Cámara de Diputados, José Bono, osa poner los puntos sobre las ies, en uno de los grandes fallos que la premura con que se impuso la Reforma para dejar atrás la dictadura de Franco, llevo a Suárez y a los bien intencionados Padres de la Constitución a una Ley Electoral que ha resultado todo menos democrática.
El poder que se concedió a los partidos políticos en cuanto a la organización de sus listas electorales, ha llevado a que la posibilidad de que personas inteligentes y preparadas carezcan de la menor esperanza de alcanzar puestos de responsabilidad. Es la adulación más descarada al jefe, el único valor que cuenta. Es el gobierno de los “pelotas”. Tendría este fallo fácil arreglo, si se eliminaran de una vez las dichosas listas cerradas, siguiendo como guía el sistema ingles de elecciones primarias por distritos, colocando una red de filtros que impiden que un sinvergüenza llegue a ocupar un cargo público.
Otro de los a mi entender notorios errores, es la forma de repartir los escaños del Congreso que permite que grupos minoritarios, generalmente fanáticos nacionalistas, tomen el poder real siempre que los partidos mayoritarios no alcancen la mayoría absoluta, jugando su papel de bisagra y vendiendo su voto al “mejor postor”. Aquí podríamos tomar el modelo francés de doble vuelta, que elimina a los grupos que no alcancen un cierto número de votos, quedando así fuera de una democracia, que no olvidemos, es hacer lo que quiere la mayoría, democracia que tampoco olvidemos, no emana de la timocracia griega sino del periodo mas infame de la Revolución francesa en que, por azares del destino, dominaron la Convención los miserables ciudadanos que inmortalizó Victor Hugo en su homónima novela.
Finalmente quiero reconocer la valentía y la honradez de un gran político, José Bono, que ha puesto el dedo en la llaga.
Pensiones
Me resulta graciosa pero esperanzadora, la medida que para congraciarse y adular a los gobiernos europeos ha tomado, o intenta tomar, nuestro presidente Zapatero para ampliar la vida laboral a los 67 años, y tener así el derecho a percibir una jubilación, y a “estirar” el periodo de años cotizados para calcular su importe. No me sorprende como estudioso de la historia, que se repite machaconamente, que los adelantos de la medicina que prolongan la duración de la vida y la relajación y egoísmo de los europeos que nadamos en la abundancia, pensando que es un “engorro” criar hijos, hayan provocado un envejecimiento de la población que hay que equilibrar.
Otra cosa es, y aquí mi esperanza, que los derechos de nuestros ministros, senadores, diputados, miembros y “miembras” que integran nuestro gobierno, y que cotizando 7 u 11 años tienen derecho a una jubilación máxima; jubilación que requiere cuarenta años al resto de los españoles de segunda o tercera división, se vean también mermados en proporcional cantidad. Seria “obsceno”, que se exigiese un “sacrificio necesario” al resto de los españoles, para seguir ellos conservando sus privilegios, aunque tengo que reconocer, que ir al parlamento a votar alguna vez al año cuando su jefe lo ordena, es un trabajo que requiere una extraordinaria inteligencia.
No pretendo generalizar; nunca hay regla sin excepción. Se que hay personas en la política que merecen todo nuestro respeto y que procuran hacerlo bien, pero desgraciadamente son una exigua minoría; y a los vergonzosos rifi-rafes de las sesiones parlamentarias me remito.
En fin, espero que presenten el plan que se van a aplicar ellos y decidiré si voy a votar o no.