Hay un fulano en Nueva York que se ha hecho rico vendiendo agua del grifo. Como se lo digo. Ha cogido un almacén en Brooklin y ha empezado a sacar agua del grifo y a embotellarla y etiquetarla. Paga dos dólares de agua al mes y ya ha vendido 50 mil botellas. Tiene 75 tiendas en Nueva York. La clave, parece ser que está, en el ego de los neoyorkinos a los que les gusta beber agua del grifo de su ciudad. Dice este sujeto que el agua embotellada, el agua que llamamos mineral es más onerosa para el medio ambiente y para el bolsillo porque lleva transporte y mucho proceso de control. Dice también que si el agua fuera mala, bastaría con filtrarla. El tipo se llama Craig Zucker y viene a confirmar que todas las aguas salen de un grifo y que aquí, en Aragón, somos muy tontos.
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