Hay un riesgo para los presidentes de Gobierno en España: la segunda legislatura. Hay que ser muy cuidadoso si estás en el segundo mandato porque a la mínima te van a decir aquello de que se te ha subido a la cabeza el mando. Le pasó a Aznar que en su segundo mandato perdió el norte con actitudes prepotentes que lo acabaron dejando en ridículo, aunque parece que todavía no se ha dado cuenta. Parece ser que a Zapatero le está pasando lo mismo con la historia de los aviones. Ayer volvió a utilizar un avión militar para ir a un acto de partido. Hay dos argumentos: es presidente las 24 horas. Eso dicen en la Moncloa. En el Ministerio del Interior dicen que hay que garantizar la seguridad del presidente. Después de todo el lío que se montó, Zapatero desafía al que quiera ponerse chulo y vuelve a usar el avión. Quizá no sea así, pero le va a caer el Sambenito de la chulería de la segunda legislatura. Ya saben, somos de ideas fijas.
zp
Obama en la cumbre
En aquel tiempo, subió Obama a la cumbre y dijo a los suyos:
-Bienaventurados los que se acerquen a mí y salgan conmigo en la foto porque yo les haré sentir importantes.
-Bienaventurados los que apoquinen dinero para el Fondo Monetario Internacional porque yo los tendré en cuenta.
-Bienaventurados los que me digan a todo que sí porque yo los llamaré amigos.
-Bienaventurados los que vengan a verme porque saldrán reconfortados y se sentirán con capacidad de cambiar sus gobiernos.
-Bienaventurados los que hablen de energías renovables porque ellos trincarán subvenciones.
-Bienaventurados los que inventen Alianzas de Civilizaciones porque yo les pasaré la mano por el lomo.
-Bienaventurados los que sepan hablar sin decir nada porque les ira tan bien como a mí.
La culpa es de los bancos
Está claro. No tenemos tiempo, ni espacio para asimilar las ideas. Un periódico pisa al del día siguiente. Las noticias se suceden. Los telediarios necesitan contenido. Hace falta carnaza, cohetes que truenen alto y que tengan efecto en el veredicto absurdo de las audiencias. No da tiempo a demostrar las acusaciones, ni a defenderse de ellas. No da tiempo a seguir las informaciones ni a recordar si alguien fue absuelto por aquello que todos le atribuyeron. La presunción de inocencia es presunta. Todos tenemos un límite y una capacidad no infinita para recibir mensajes. La consigna que nos llega ahora está muy clara y muy bien preparada: la culpa es de los bancos. Ellos han sido los causantes de la crisis. Ellos deben dar ahora la cara y dejar de ganar tanto. Tenemos excusa, tenemos emisor, receptor y mensaje. Tenemos carnaza. Necesitamos que alguien pare la máquina y la interprete. Ellos son máquinas, yo sólo soy un maquinista.
Domingo extraño
Ayer fue un domingo curioso. Los cineastas, que suelen vestir de un modo informal, se pusieron de punta en blanco. Los políticos, que suelen vestir de un modo riguroso, se quitaron la corbata para ir al mitin. Unos querían seguir chupando de la borrega, recibiendo palmaditas en la espalda y regocijándose en el conformismo más absoluto. Un año me toca dar el premio, el otro me toca recibirlo. Otros, hablo de Zapatero, dejaban su papel de Presidente del Gobierno y se ponían el vestido casual de Secretario General para animar al electorado de las elecciones gallegas. «Mañana les voy a decir a los banqueros que tienen que tener menos beneficio», dijo Zapatero meándose, con perdón, fuera de tiesto. La noche ha sido larga para los artistas y quizá también para ZP. Ayer fue un día distinto, pero hoy es lunes, un día normal: otra vez, los políticos llevan corbata y los actores duermen hasta la hora de comer.
Zapatero, ¿qué hay de lo nuestro?
Zapatero prefiere la televisión al Congreso de los Diputados. Lo entiendo, el Congreso es frío y aburrido. Es mejor entrar en la casa de todos los españoles que ponen la tele en la Primera Cadena, como se decía antes. Ayer muchos españoles habían invitado a Zapatero a cenar. No siempre se invita al presidente a casa. El señor Rodríguez tiene valor para plantarse ante preguntas que parecen tan complicadas. Sin embargo, el político ZP utiliza la máxima: «usted pregunte lo que quiera que yo responderé a lo que me dé la gana». En el programa de ayer, además, se vio otra cosa. La gente ya no se preocupa de grandes problemas de estado. Ahora nos preocupan nuestros problemas porque son muchos y los que nos gobiernan no nos ayudan a superarlos. El «¿Qué hay de lo mío?» se impone al «¿Qué hay de lo nuestro?»
Publicidad barata
Tenemos que ir acostumbrándonos a este tipo de cosas que ahora les cuento. Es lo que tienen las vacas flacas. El Gobierno va a obligar a poner un cartel de tres por cuatro metros junto a cada una de las obras que se hagan con el Fondo Estatal de Inversión Local. En ese cartel tiene que quedar claro que la obra se hace con dinero del Gobierno de España. Rajoy, esta mañana, en una reunión con alcaldes del PP en la que no estaba Gallardón, ha dicho que todos los carteles puestos uno detrás de otro ocuparían ochenta kilómetros. También ha dicho que cuestan treinta millones de euros que podrían usarse para gasto social. Probablemente, Rajoy tenga razón en quejarse. El Gobierno de Zapatero gasta en publicidad con la misma alegría que la Coca-cola. Sin embargo, en el fondo del asunto, aparece lo de siempre. Los políticos hablan de millones de euros como quien habla de paquetes de pipas. Aún no tienen la sensibilidad necesaria para ponerse en la piel del ciudadano. Eso sólo se consigue estando en el barro y me temo que nuestros gestores no han estado en el barro nunca.
Envidia sana, envidia cochina
Basta ya de decir la tontada esa de la envidia sana. La envidia sana es como la tolerancia cero, una absoluta estupidez. Ahora dicen por ahí que Obama les da envidia sana. Menuda chorrada. Lo que les da es envidia cochina, que es una cosa diferente y mucho más sincera. Los asesores de Zapatero se esfuerzan en buscar paralelismos entre Rodríguez y el nuevo presidente de los Estados Unidos. Las diferencias de fondo y de forma saltan a la vista. Sin embargo, las formas del líder negro son un filón en el que los que inventaron aquello de ZP esperan encontrar un nuevo argumento para que su marioneta crezca. Las palabras funcionan de vez en cuando, pero cuando pasa el efecto gaseosa, lo que se necesita son hechos.