No me gusta nada la expresión «Los más desfavorecidos». Si cambias la palabra por cualquier otra, la frasecita previa tiene un sentido peor: los más tontos, los más pobres, los más desgraciados, los más feos, los más listos… Desfavorecidos es un adjetivo que duele poco, que transmite poco, es un adjetivo anestésico y por eso la frase «los más desfavorecidos» no me gusta nada.
Además, creo que los más desfavorecidos somos nosotros. Los que tenemos luz y agua corriente, coche, moto y bienestar en el cuarto de estar. Somos los más desfavorecidos porque nos perdemos las cosas importantes de la vida, porque hemos olvidado la sonrisa y porque cualquier problema tonto desmorona nuestro mundo. Además, para terminarlo de arreglar, ahora estamos en manos de los mercados.
Hoy, Google me ha dado una alegría. Al escribir la frasecita en cuestión en el buscador, me he encontrado con sus caras nada desfavorecidas: ricos, inconscientes, sin tiempo para lo importante, asediados por gente que los mira como a monos de zoológico, con la crisis familiar acechando… Aquí los tienen.