Nos cansamos de escuchar que el problema de los abortos es un problema de educación. Nos echan la píldora del apaño para que entremos al trapo y para tratar de solucionar problemas. Dicen que no es abortiva. Mentira. A veces, lo es. Pero vamos a lo de la educación. Seguimos tratando a los jóvenes como a cabezas de ganado. Por ejemplo, veamos una de las propuestas «culturales» que se les ofrece últimamente. Me ha llamado mucho la atención la película «Mentiras y gordas». Es un producto hecho para jóvenes en el que aparecen chicos y chicas muy guapos que se pegan toda la película liándose en combinaciones variadas. Es un film coproducido por televisión Española, con ayuda del ministerio de Cultura y financiada, para más señas, con los famosos créditos ICO. Una película en la que los adolescentes aprenden cuatro cosas muy claras y salen del cine -supongo- muy calentitos. Esa es la educación que necesitan. Aprender que deben liarse con todo el que puedan sin saber quiénes son, cuánto valen, por qué deben respetarse y que los actos tienen consecuencias. Después -no pasa nada- hay píldoras que arreglan los problemas. Eso sí que son mentiras y gordas.