Crónica de mi primer Bloguellón (aunque era el número 20)

Veinte bloguellones. A la de veinte va la vencida. Carmelo fue por delante con un horno y tres tiendas para sortear. No me tocó nada. A Rosa le tocó un cuchillo jamonero envuelto en papel de plata. Lo cambió por una de nuestras tiendas.

Predicadores 70. Aquí no hay ni el Tato. Entro en el albergue y veo a cuatro jóvenes chateando y a tres conversando en unos sillones. No hay prisa a los veinte años. Sigo caminando convencido de que me he equivocado. No es así. Algo me dice que baje por unas escaleras con pinta de antiguas. El follón siempre está abajo, como los gases perversos.

-¿Qué Saldaña eres tú?- me pregunta el gran Sarria, el hombre de los 18 blogs. Entre Emilio y Jose María Moncasi le explican quién soy yo. Emilio se mueve en el bloguellón como un anfitrión, preocupado de que todo salga bien. A veces, se distancia un par de metros y observa. Tiene silencios y caladas muy hondas.

Gabriel va de aquí para allá. Él es el inventor del montaje, el que nos invitó a entrar en las pantallas de nuestros ordenadores a conocernos. El que nos dijo que detrás de cada blog había alguien. Y le hemos creído. Yo a la de veinte. Hay una actuación de magos. Un link por un truco. O un truco por un link. Sea.  Bambino y yo tenemos algo en común. Su cara me sonaba.

Aparece un hombre bueno repartiendo guirlache. Debería haber más gente como Carlos en este mundo. Yo me llevo ración doble y no digo que no. Ha sido un año duro.  Un tipo mediocre debuta como yo y observa el percal con escepticismo. Le digo al oído que esto tiene algo de reunión de alcoholicos anónimos, pero que tiene su gracia. En el fondo, estamos encantados.

Conozco a Tricas, un tipo afable y serio. También aparece por ahí la madre de Alex. Es su primera vez, como la mía. Los blogs de cocina arrasan. Por cierto, Javier Monzón tiene muchas fans. No me extraña, con lo bueno que está… Durante el sorteo, comparto esperanzas con Pichicola y con Nicolás de Roymar. A ellos les toca algo. A mí nada. Habrán sido más buenos.

Me gustaría quedarme a cenar, pero no puede ser. Tiro la bomba de humo y desaparezco. No será la única vez.

16122009