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El agua tibia casi desbordó la bañera cuando introdujo su cuerpo en ella. Dos cortes decididos en las muñecas con el cuchillo jamonero. El radiodespertador en la publicidad. Sueño. La sangre fluyendo. Se despertó. Se secó y se vistió. Anudó su corbata y se puso en la muñeca derecha su reloj carísimo. Nada como un buen corte en las venas para empezar una jornada de trabajo.

Un comentario en «La jornada de trabajo»

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