Observatorios

Mi columna del Heraldo.

Los observatorios están de moda. No me refiero a los astronómicos, pensados para mirar hacia arriba como los de Monegrillo o Javalambre. Hablo, más bien, de mirar hacia abajo. El pasado mes de julio el Gobierno creó mediante Real Decreto, el Observatorio del Empleo Público. Tal y como están las cosas, algunas voces preguntaron para qué sirve un ente de este estilo. La norma responde: “para realizar diagnósticos en materia de recursos humanos, analizar la situación del empleo público y formular propuestas y recomendaciones de actuación”. Y ¿no es esa la labor cotidiana de los políticos y de sus numerosos asesores?, se sigue preguntando uno. Aún más: ¿habrá llegado a Aragón esta curiosa y ambigua moda? Sí, ha llegado. Ahí van algunos ejemplos: Observatorio de Investigación e Innovación, de Consumo, de la Sociedad de la Información, de Violencia contra la mujer y de las Comarcas. Por cierto, la comarca de las Cinco Villas también tiene su observatorio económico. Uno empieza a pensar que estos órganos tienen truco. Dan idea de modernidad, parecen neutrales y permiten ganar tiempo a las autoridades con largos procesos que no suelen terminar en norma, ni en nada útil. Habría que recordar a estos amantes de la observación que la ley 30/92 de Procedimiento Administrativo impone la economía y la ausencia de duplicidad. Si un órgano es competente para algo, no debería crearse otro. Observar debería ser la labor cotidiana de un buen gestor, además de sacar conclusiones, tomar decisiones y ejecutarlas. En fin, llegados a este punto, propongo utilizar armas políticas y crear el “Observatorio Aragonés de los Observatorios Aragoneses”. El presidente sería yo —¡necesito el trabajo!—, la dotación económica elevadísima y el objetivo este: asegurarse de que estos órganos sirven para algo.

El Gobierno de Aragón gasta más de tres millones en Correos

El otro día nos enteramos de que el Gobierno se gasta 150 millones de euros en gastos postales, en sellos. Nos llamó la atención y quisimos saber cuánto nos gastamos aquí, en el Gobierno de Aragón. Piensen una cifra. Se la digo, a ver si han acertado. 3.246.559 euros con 60 céntimos, es decir, 541 millones de las antiguas pesetas. Menuda tela en sellos, me digo yo. Espero que sean de pegatina, porque si no, alguien se ha quedado sin saliva. Son tiempos de crisis y es fácil sentirse escandalizado y escandalizar a los demás ante cifras como esta. No busco eso. Simplemente, creo que si estamos en tiempos de crisis, habría que atarse los machos en todos los aspectos del gasto y en estos, en concreto, aún más porque el gasto de correos puede ahorrarse en muchos casos. Primero, recurriendo al envío electrónico. Segundo, prescindiendo de enviar tantas y tantas tonterías protocolarias y tercero, mejorando la posibilidad de hacer trámites por internet. La palabra sostenible se usa mucho, pero para lo que conviene. Tal vez, el problema es que Correos esté desfasado y sin un duro y así, entre todos, lo siguen manteniendo.