Los azules y los naranjas aumentan la zona azul y la zona naranja. No importa el color del que mande. La zona azul crece siempre. Recaudación y ciudad genérica. Cuando están en la oposición la critican, pero cuando llegan al gobierno, la ponen. El pago regulado por estacionamiento es políticamente correcto. El coche hace ya tiempo que comenzó a ser un objeto bajo sospecha por parte de los que dictan la ideología de turno y de los que se acomplejan ante su enorme maquinaria de propaganda. El coche es malo porque contamina, dicen. Sin embargo, tiemblan cuando ven acercarse el desfiladero que supone el final de la gran fábrica de automóviles de Aragón. Lo diré claro: el coche es el único vehículo que se adapta a las necesidades de tiempo y de espacio de muchos trabajadores y de casi todas las familias. Es una máquina que permite ampliar la libertad y la independencia del ciudadano. Pretender que todos vayamos en autobús, bicicleta o patinete a todas partes no tiene sentido. Salgo del Palacio de Sástago. A unos metros y sin ningún tipo de protección pasa un tren descomunal sin capacidad de frenar a tiempo. A mí me parece una locura, pero hay que decir que eso está bien. No lo está. Llegarán el coche eléctrico y el coche autónomo. Entonces, ya no serán tan malos y volveremos a cambiar cuando nos lo ordenen con sus palabras pedantes. Mientras tanto, los azules pintan la zona azul en los barrios. Lo venden como orden y democratización, pero hay una palabra que lo define mejor: sacaperras.