Corta y pega

Copiar. Emular. Parecerse a. Recordar. Tener influencias, ecos o lo que sea. Lo original asusta. No es definible, ni medible, ni vendible en principio. Una vez, estuve en una charla de un tipo de Madrid. «No inventéis nada. Ni se os ocurra. Copiad lo que funciona y hacedlo bien». Esa fue su sabia enseñanza. El juzgado de lo Mercantil número 12 de Madrid ha prohibido a Telecinco copiar el programa ‘Tengo una pregunta para usted’, aunque sea con Belén Esteban como protagonista. La denuncia la puso Televisión Española que, por cierto, había copiado la idea de la TF1 francesa previo pago de su importe. Cambiemos de cadena. Debate, debate, debate. Contertulios que saltan de emisora a emisora y tiran porque les toca. En política, como en el ejército, tres cuartos de lo mismo. Disciplina de partido. No te pagamos por pensar. Te pagamos por repetir el argumentario de una forma más o menos creíble. Busquen argumentarios en internet y tiemblen. Obama funciona. Copiemos a Obama. Obama se desinfla, miremos a otro lado. ¿Qué fue más patético la absurda niña de Rajoy o el “buenas noches y buena suerte” de Zapatero? Sigo preguntándomelo en mis noches de insomnio. ¿Podrán superarse? Lo dudo.  Habrá que rebelarse, por lo menos, mientras duren los ahorros, el paro o la herencia de la abuela. Rebelarse vende, que se lo digan al Ché Guevara y a los fabricantes de camisetas con su cara.  Habrá que intentar ser originales para no caer en el aburrimiento, la gran pandemia de la tristísima y ya decadente sociedad del bienestar que mira desde el sillón con la boca medio abierta como un par de actores de Hollywood le venden en cápsulas el café de la abuela multiplicando su precio por cien. Copiar está prohibido en el colegio y en la universidad, pero en la vida real lleva premio. Qué incoherencia.

Columna publicada en Heraldo de Aragón el 18 de noviembre de 2010

Viejo y sobradamente preparado

Un señor de 81 años va a ser el nuevo presidente de Televisión Española. Fue ministro de industria y de defensa con la UCD. Responde al nombre de Alberto Oliart. El nombramiento ha tenido dos comentarios principales: el de su elevada edad y el del agravio comparativo que supone esto con los prejubilados de cincuenta y pocos años que ha habido en Televisión Española. Lo primero tiene un comentario sencillo; la edad no debería ser virtud o defecto, sino circunstancia. Sin embargo, en nuestra sociedad, se premia al muy joven y se castiga al viejo. Un error que, por los menos, arregla el tiempo. Respecto al agravio comparativo queda decir una cosa: Televisión Española está en decadencia desde hace mucho tiempo porque se está quedando sin sentido aparente. Las televisiones autonómicas se están comiendo a la tele de toda la vida. Así,  en tele Mallorca, el vecino de enfrente te habla sobre Obama en lugar de tratar los problemas de Mallorca. Es lógico que haya tenido que reformarse y prejubilar a mucha gente, aunque es muy triste. Suerte Señor Oliart.