Regalo gatitos

Regalo gatitos por no poder atender. Hermanos. Muy cariñosos y simpáticos. Juguetones. Se llaman Reli y Filo. Van juntos. Nunca por separado. Desparasitados en la medida de lo posible. Encontrados en la calle con algún hueso roto. Los anteriores dueños, al parecer, los maltrataron y abandonaron. Ya vacunados. Se regalan a persona responsable. Hacen sus necesidades siempre en su sitio. Filo es un gato callejero atigrado. Tiene algunas manías molestas que ahora no se llevan como hacerse demasiadas preguntas, utilizar un vocabulario un poco complejo y querer saber algunos asuntos que no están en absoluto a la moda, que casi no interesan y que nunca serán lo más visto y comentado en las redes sociales. Es muy pensativo, aunque a veces se pone huraño y rechaza las costumbres y los horarios. Le gusta ir por libre. Sus juguetes preferidos son el conocimiento, la verdad, la belleza, la existencia y el lenguaje.  Reli es también una gata callejera blanca y muy elegante. Es muy curiosa y siempre anda mirando lo que uno hace. Le gusta salir a la calle y andar libre por el campo. También se queda mirando fijamente al cielo. Tiene muchas manías: es mandona y se mete con todo el mundo. No deja a nadie tranquilo y, a veces, araña. Sin embargo, es muy cariñosa y trata de ayudar a los demás. El mundo actual no puede entenderse sin gatas como ella. Cuando sale Obama por la tele o alguna guerra en Oriente, se queda muy pensativa y los ojos le brillan con un fondo de pena y quizá de culpa. Reli y Filo conviven en una armonía curiosa. A veces pelean y no quieren ni verse en unos días, pero creo que no conviene separarlos. Pueden enviarse por mensajería si el interesado asume los gastos. Necesitan un hogar. Anímense.

Columna publicada en Heraldo de Aragón el jueves 29 de agosto de 2013

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Hazte político

 

Hazte político. Hazte cura. Hazte monja. Modernízate. Moderniza. Sé ejemplar. Vende el piso de Salou y dona el dinero a los pobres. Revoluciona. Evoluciona. Acaba con los problemas en dos tardes como un superhéroe. Contenta a todos, queda bien con todos. Sonríe, no tengas un mal día. Viaja. Pega carteles. Haz campañas electorales en pueblos pequeños. Habla en el pabellón para cuatro personas. Supera la vergüenza ajena. Soporta a los “compañeros y compañeras” que te pondrán la zancadilla. Renuncia a tus días de fiesta. Memoriza el argumentario. Soporta que te llamen corrupto, cara dura, pederasta y otros amables insultos.  Hazte el tonto y el majo ante los periodistas. Asume que las conversaciones sobre la trascendencia del ser humano acabarán reducidas a una superficial discusión sobre condones en África.  Soporta con paciencia a los chupatintas que se te acercarán para pedirte algún favor. Cuando tu conciencia ya no te permita seguir en el cargo, déjalo y búscate la vida fuera.  Cree en la democracia y en el sistema. Cree en la Santísima Trinidad y háblale mentalmente a una caja que contiene unos trozos de pan en los que tú crees que está Dios, el creador del Universo. Repite frases complicadas como “cordero de Dios”. Lee libros ancestrales. Entiende que otros no entiendan y que la fe queda fuera del debate.  Asume que conceptos como el yoga, el karma, los chakras y la energía positiva tienen mejor prensa que tu fe. Pasillea. Queda bien con tu jefe. Entra en la lista. No digas lo que piensas. Estamos en crisis. Es el momento. Atrévete, cruza la línea y trata de cambiar tú las cosas desde dentro. Parece que tienes las ideas claras. Si no, sigue mirando desde la barrera y piensa un minuto antes de repetir las mismas tonterías de siempre.