Esto es una despedida formal. Me despido de Pepe Blanco como referencia real en la política. Nunca más lo citaré, ni daré eco a sus palabras. Es una pena porque pierdo un filón, pero lo hago con honestidad. El pasado domingo, Blanco dijo que la culpa de la crisis económica es de los americanos al noventa por ciento y que el PP quiere que se derrumbe el edificio de la economía española para quedarse con el solar. Lo reconozco, no es la mayor de las tonterías que ha dicho este señor, pero para mí es la última. No está el horno para bollos.
Pepe Blanco sólo es la oposición a la oposición. No es nadie, en realidad. Sólo es un parapeto, un entretenimiento, un echador de carnaza. A los que hablamos más o menos de actualidad, el señor Blanco nos lo pone demasiado fácil. Además, no son tiempos para decir estupideces, ni para trivializar la realidad.
Ya les dije adiós a Acebes y Zaplana. Hoy le digo adiós a Pepe Blanco. Les invito a hacer lo mismo.