Michael Jackson

Todo el mundo estaba emocionado con la visita de Michael, pero nosotros no. No todo el mundo vive justo en frente de la azotea del hotel Boston, donde se sentó Jackson o su doble. Mientras mi vecina berreaba de histeria, Luis, Dani, Gonzalo, Pablo y yo nos quitamos las camisetas y gritamos insultos irrepetibles. No sé qué pensaría Michael al mirarnos. Alguien cogió unas patatas de la despensa y las tiró. No dimos en el blanco -nunca mejor dicho-. Por abajo, entre la muchedumbre, se movía «el de caiga quien caiga» como una cucaracha en un hormiguero.