«Lo que más me gustaba hacer de pequeña era jugar con los guantes de fregar y con los de hacer los baños. Los cogía cuando mi madre no estaba y me colocaba delante del espejo tratando de imitar a Gilda. Después, junto a mi hermano, los llenábamos de agua hasta que parecían enormes ubres de vaca suiza y los tirábamos por la ventana intentando acertar de lleno con los viandantes».
