Santa democracia

Cuando me muera, por favor, que nadie repita el estribillo estúpido de que yo era un demócrata. Prefiero que digan otras cosas, aunque sean malas. Hemos convertido la democracia en un valor y parece que nos olvidamos de que es solo una forma de organizarnos. Nada más. Es el entorno. Nótese que no digo “escenario” porque no me apetece repetir la odiosa expresión que ahora utiliza todo el mundo. Escenario, escenificar, hoja de ruta y demás estupideces. Nos estamos empeñando en enseñar a nuestros estudiantes la Constitución y las normas de circulación y estamos poniendo menos interés en enseñarles a ceder el asiento a los mayores o a ayudar a los que lo necesitan. Hay más valores en lo segundo que en lo primero, créanme. A lo que íbamos: la vida no es democrática. No lo es en absoluto. Desde pequeños, nos imponen muchas cosas sin preguntar. El amor no es democrático, menos mal. La amistad tampoco. El PP y el PSOE no son nada democráticos de puertas adentro: el dedo de Aznar, las lágrimas de Chacón. Ninguna empresa del mundo lo es. La Iglesia -recibe críticas por ello- no es democrática. Podemos seguir con la enumeración hasta llegar a la curiosa conclusión de que la democracia no es nada democrática. La historia reciente de la transición nos lo demuestra. El dictador murió en la cama y algunas de sus estatuas han caído treinta años después.  ¿Qué hacemos entonces? ¿Nos echamos al monte? ¿Empezamos a quemar coches? Creo que no hace falta. Propongo algo más sencillo y mucho más revolucionario: busquemos principios y valores que valgan la pena. La Constitución, el Estado de Derecho y la democracia son el recinto del que no podemos salir, pero no son una ideología.  Pensemos, elijamos y exijamos a los políticos un mínimo de profundidad. Ya saben, si no pensamos, alguien lo hará por nosotros.

Beatles y ataduras

Estuve hace unos días en el Centro de Historia viendo la exposición sobre la visita de los Beatles a España. Al terminar, se puede ver un vídeo del Nodo en el que se habla del concierto del grupo británico que fue presentado, por cierto, por Torrebruno. En esta breve proyección, la voz que narraba aquellos sucesos pone especial interés en demostrar que la visita de los melenudos de Liverpool no supuso ningún sobresalto a la sociedad española. Todos sabemos que fue un impacto, pero ahí queda la voz de Matías Prats para negarlo. Ejemplos como este nos llevan a una reflexión: podemos seguir escandalizándonos de la dictadura que tuvimos hace treinta años o podemos dar un paso más. No estaría mal pensar de vez en cuando en las cadenas que nos tiende nuestro sistema democrático que son invisibles y tienen mejor prensa, pero son también, a fin de cuentas, ataduras.

Ahí van algunas: el olvido y desprecio a las raíces propias, el sometimiento y la indefensión ante el poder económico y los mercados, la dependencia de la tecnología, la esclavitud del consumo, el letargo ciudadano, la falta de autocrítica, el control de las costumbres a través de la ley, la manipulación de los medios de comunicación, el pan y circo del fútbol, la pérdida de sentido de algunas palabras, el relativismo entre pan y pan, la exaltación del terruño como única forma posible de hacerse fuerte, la decadencia de algunos valores humanos como la generosidad, la elegancia o la valentía y la manipulación de la historia a gusto del consumidor.

Podemos seguir viendo en la televisión “Cuéntame cómo pasó” hasta que se nos muera la última neurona o podemos mirarnos al espejo y espabilar un poco al pensar en nuestros nietos escandalizados viendo en sus modernas televisiones “Cuéntame lo que no pasó”.

Publicada en Heraldo el 20 de abril de 2011

Un buen día para pensar

Un buen día para reflexionar sobre el concepto de democracia. Un día para pensar en la forma de convivencia en la que nos movemos. Desde Pamplona nos llega el estallido de un coche bomba en la Universidad de Navarra. Pudo ser una masacre. Deja heridos leves y una sensación de frío interior.

Desde Madrid, nos enteramos de las opiniones de la reina vertidas en el libro de Pilar Urbano. La reina Sofía no está de acuerdo con algunos asuntos como los matrimonios gays o el aborto. Resulta que la reina, después de todo, tiene opinión y criterio. Hoy nos enteramos de que también puede ejercer la libertad de expresión. Libertad de expresión que han esgrimido para quemar fotos de los reyes los ultras catalanes que se fueron ayer absueltos a su Gerona querida. Alguien definió la democracia como la convivencia en el conflicto. Otros dicen que sin conflicto no hay historia. No se puede hacer una buena película o un buen libro sin conflicto. Nosotros podemos contar buenas historias todos los días porque, como ven, la realidad supera a la ficción.

Obama give me hope

El otro día, en una cena, escuché este comentario: «Los americanos prefieren a un negro que a una mujer, pero, además, prefieren a un viejo que a un negro, así que está claro quién será el presidente de los EEUU». Me he planteado si era conveniente o no repetirlo y, al final, aunque es políticamente incorrecto, me parece sumamente interesante. ¿Será cierto eso que escuché y que suena tan animal? ¿Será cierto que los parámetros que rigen la elección del emperador del mundo son tan rudimentarios?

No nos corresponde responder por ahora a esas preguntas. Sí podemos hacer dos reflexiones:

Primera: los políticos americanos trabajan mucho y se lo toman en serio. La elección de Obama ha sido comparable a una gira de los Rolling Stones. Habrá que tomar ejemplo.

-Segunda: los eslogans políticos -no sé muy bien por qué- funcionan. Su contenido, cada vez más, pasa a un segundo plano. Y otra de propina ya que hablamos de eslogans: es curioso que la frasecita de Obama y la que utiliza el grupo Prisa para jalear a la selección española sea la misma. Me pregunto… ¿Será una coincidencia?