Lo dijo Amy Martin y creo que tenía razón: necesitamos una víctima semanal, un personaje al que lapidar con nuestro desprecio y al que acusar y criticar en la barra del bar y en el vertedero de odio sin criterio en que se han convertido las llamadas redes sociales. La sociedad y los políticos se prestan fácilmente al juego porque no dan la talla y los medios de comunicación ofician como sacerdotes de la tribu a la hora de presentar la víctima al monstruo deforme y feo de la opinión pública. Todo vale. Nuestros líderes no están a la altura de la situación. Se confirma en cada uno de los casos de corrupción o de presunta corrupción que están aflorando. Es cierto que debe prevalecer la presunción de inocencia y que hay que esperar, pero eso ya no es suficiente cuando se habla del dinero de todos y de la honorabilidad. En los tiempos que corren, un político debe estar preparado para rendir cuentas ante los jueces a velocidad de tortuga y ante los telediarios a velocidad de liebre. No se puede fallar en ninguna de los dos porque, aunque no se pierda la legitimidad, sí se pierde la credibilidad. La comunicación es esencial para el político, pero todavía no se ha dado cuenta. El político español se ha dedicado tradicionalmente a comprar a buen precio la desinformación. Son cuestiones diferentes. Las ruedas de prensa sin preguntas se han convertido en una práctica habitual que debería avergonzarnos. El Gobierno titubea y encaja mal los golpes. La oposición no entiende de grandeza ni de compañerismo y aprovecha el barro para sacar una tajada absurda que no beneficiará al ciudadano. Queremos que salga King Kong todas las noches en la tele con la rubia en su puño. Queremos comprobar la consoladora realidad de que algunos que vivían como reyes ahora están peor que nosotros.
corrupción
La corrupción no es argumento electoral
Se escucha en los debates y se lee en las columnas de los periódicos: la corrupción no es argumento electoral. Algunos analistas se ofenden mucho por esto. No puede ser, dicen. La corrupción, presunta o demostrada, no afecta nada a los votos. Parece que piensan que los electores somos tontos o, peor aún, que somos también corruptos o corrompibles. No es nada de eso. La corrupción no afecta a las elecciones porque es un fenómeno generalizado. El ser humano es débil y trincón por naturaleza. Hay que estar fuerte y tener unas cuantas ideas claras para no llevárselas de vez en cuando y queda claro que, si estás en el poder, puedes hacer unas cuantas cosas para enriquecerte y que se enteren muy pocos. El que ha tenido un cargo político de responsabilidad lo sabe. Hay quien dice que la corrupción que sale a la luz no es ni un cinco por ciento de la que existe en realidad. Echen cuentas. Como para afectar a las elecciones…
Se veía venir
Se veía venir. Es lo que decimos todos ahora. Se veía venir, pero podía no haber venido si el particular del que poco se sabe no pone la denuncia contra la alcaldesa de la Muela. El ser humano es como es. Débil y mísero. Nos va el dinero, nos gusta medrar y tener más cada vez. Algunos grupos políticos como Izquierda Unida y Chunta se apuntan ahora al se veía venir que resuena como un politono en nuestras mentes. Dos refranes nos vienen ahora al pelo. Leña del árbol caído y a perro flaco todo son pulgas. En tiempos de crisis se espera que los políticos den lo mejor de sí mismos, pero acaba surgiendo lo malo. Los grandes problemas necesitan grandes villanos y grandes culpables. Son malos tiempos para que te pillen en una de estas cuando tienes un cargo de responsabilidad. Por cierto, si se confirma algo de esto, los que han mirado hacia otro lado tendrán que dar alguna explicación.
Tiro al político
Supongo que se habrán dado cuenta: lo que se lleva es el tiro al político. Es como una cacería. Hoy, el coche oficial, mañana los sillones, pasado la mesa y al otro, el menú. No es malo denunciar los abusos, pero tampoco es bueno abusar de las circunstancias. Son malos tiempos para el derroche y es muy sencillo enfadar a la gente contando cómo otros gastan sin mucha mesura. Habrá que pedir a los políticos que se midan y se autocontrolen y a los que levantan las alfombras que lo hagan ahora y siempre porque es su deber y es, además, algo muy sano para la sociedad en la que vivimos. De noche, todos los gatos son pardos y en tiempos de crisis, todos los políticos son carne de cañón.