Eres culpable. Eres responsable. Vives en una burbuja y solo te das cuenta cuando ganan los que no piensan como tú. Si vives en una burbuja de gente que te da la razón y hace lo mismo que tú, debes saber que no vives en el mundo real. Crees que los que piensan diferente a ti son un grupo de ancianos y un grupo de pijos con perlas y camisas azules. No es así. Pero sigues empecinado en lo mismo. A veces, parece que te gustaría que no existieran, que se volatilizaran, que desaparecieran. Eso no es la democracia. Es otra cosa peor. La democracia es la convivencia con esos. Debes esforzarte. Sal. Conoce gente diferente. Escucha argumentos. Lee. Abre tu mente. Ponte en su lugar, practica la empatía. Quizá así puedas cambiar algo.
Dices “mierda de país” porque no te gusta lo que dicen las urnas. Ese argumento sería perfectamente válido para que lo usen otros el día en que el recuento de las papeletas te deje contento. Por cierto, ese día llegará. Deberías haberlo visto. Deberías saberlo y no perder la esperanza. Tampoco deberías perder el respeto por los que hoy han votado algo que no te gusta. Quizá sean los mismos que dentro de cuatro años voten lo mismo que tú. No tienes la verdad absoluta. No tienes la información. No tienes el control. Tienes una impresión más o menos acertada y –al igual que todo el mundo- estás lleno de prejuicios. Los peores prejuicios son los que tienes contra ti mismo, son los que no te dejan avanzar. Si vas a practicar una vez más el “exilio de boquilla”, déjame decirte que te estás haciendo daño a ti mismo y que se lo estás haciendo a la sociedad. Lárgate ya o calla. Te lo digo también a ti, que tenías tanto miedo “al coletas” y que ahora respiras aliviado. También querías exiliarte, pero ahora España vuelve a ser bella. Tenías la maleta hecha, decías. Ya no viene el demonio. También tú eres culpable y responsable. ¿Crees que tus ideas son las buenas, verdad? La tradición, la moderación y todo ese discurso rancio y monocromo. Nos conocemos. No te va a valer ese cuento para siempre. Lo sabes. Espabila. Mézclate. Construye una sociedad que merezca la pena y no una mierda de país.