Cuando un amigo se marcha de viaje, le pido que me traiga coca colas de garrafón del lugar que visita. Nadie me hace caso. Explico mi colección, pero la gente me mira como si yo fuera idiota o como si estuviera bromeando. No es broma. Colecciono coca colas de garrafón como otros coleccionan libros, coches o mecheros. No es tan grave, ni tan raro. Hay una belleza en la emulación y un ingenio cutre en la imitación que me fascina. Las mil versiones de una misma historia. La coca cola falsa es un arte.
Con un enlace a este artículo, la gente me tomará más en serio y quizá esta colección crezca y merezca estar en una vitrina en la Carpa del Ternasco.
He decidido mostar mi colección y pedir ayuda a todo el que aparezca por aquí. Estoy abierto a recibir donaciones y colaboraciones, además de consejos, apreciaciones y lo que haga falta.
Como podéis comprobar, trabajo los rediseños y las coca colas Zero si son diferentes de la titular o si no hay titular.
Cola Aliada. Caduca en septiembre 2016. Conseguida en el Corte Inglés de Zaragoza. Llena.
2. Look Cola: Cola francesa donada a esta colección privada por Maru De Los Pelos. Caduca en julio de 2016. Llena.
3. Highway Cola: Cola Holandesa donada a la colección por Diego Celma en una de sus Historias de Diequito. Caducada en octubre 2015. Vacía.
4. Cola Classic: Flagrante cola de garrafón de Carrefour. Caducada en abril de 2016. Llena. Conseguida en el Carrefour de Zaragoza. Llena.
5. Refresco Cola Covirán: Encontrada en un supermercado 24 horas de Sevilla. Caducada en mayo de 2016. Interesante ejemplar que ni siquiera intenta tener un nombre propio. Humilde. Llena.
6. American Cola: cola de la mítica marca SPAR. Encontrada en el SPAR de un pueblo aragonés. Caducada en junio de 2016. Llena.
7. Colombiana La nuestra: ejemplar regalado por el periodista Pablo Ferrer tras un viaje a Colombia. Caducada en enero de 2016. Llena.
8. Cola Hacendado: Cola de garrafón de la marca blanca de Mercadona. Encontrada en un Mercadona cualquiera. Caducada en junio de 2015. Vacía.
9. Alteza Cola: grata sorpresa encontrada en un Bonarea del casco antiguo de Zaragoza. Caducada en junio de 2016. Llena.
10. Vimto: No está claro que sea Cola, pero no pienso comprobarlo. Encontrado en un paquistaní de Barcelona. Caducada en febrero de 2015. Llena.
11. Berta Cola: Diseño antiguo de una cola de garrafón pujante. Encontrada en un Simply de Zaragoza. Caducada en junio de 2015. Vacía.
12. Berta Cola Rediseño: Reformulación del diseño de un icono de las colas de garrafa. Muy en la linea de Apple, buscando las esencias. Caducada en julio 2016. Llena.
13. Tab: Aunque es un producto oficial de Coca Cola, me gusta tenerlo porque es decadente y fue un fracaso. Tiene, además, un diseño muy de garrafón. Encontrada en Matalascañas. Caducada en mayo 2015. Vacía.
14. Sai Si: Encontrada en un chino barcelonés. Lleva una pegatina por detrás en la que dice que caducó a principos de julio de 2016. Llena.
15. Freeway Cola Cero: Cola de garrafón habitual hace tiempo en diversos supermercados. Encontrada en un Simply. Caducada en diciembre de 2015. Vacía.
16. Consum Cola: La cola del grupo Eroski. Difícil de encontrar. Este ejemplar, encontrado en Valencia, sufrió un golpe y está en parte esbafado. Llena. Caduca en marzo 2017, algo que no puedo entender.
17. Cola Día: Icónica cola que no necesita más que la palabra cola y el logotipo de su cadena de supermercados para identificarse. Caducada en noviembre de 2015. Vacía.
18. Casera Cola: mítica cola. Veterana en el gremio, que ha buscado diferenciarse por un cambio en la forma de la lata. Caducada en abril de 2015. Vacía.
19. Solo Kola: Donación particular de Maru de los Pelos Estilistas. Encontrada en Francia. Caduca en agosto de 2016. Tiene un color especial.
20. Planet Cola zero: cola de garrafón de Auchan. Encontrada en Alcampo Utrillas. No había la misma versión en cola normal. La sigo buscando. Caduca en julio de 2016.
No quiero bolsa. No quiero pagar por las bolsas de plástico. No quiero salvar el mundo con mis céntimos. Que lo salven las multinacionales y que nos den bolsas de cartón, biodegradables, compostables o lo que sea. Que lo hagan gratis porque necesitamos embolsar y llevar lo que ya les hemos comprado. Que lo repercutan en el precio del chóped. Pero, por favor, que no nos llamen idiotas. ¿Va a querer bolsa? Voy a querer vida.
Aquí dejó unos cuantos consejos para no pagar por las bolsas del supermercado. Son fruto de años de reflexión y de trabajo. Algunos de estos consejos son evidentes y caen por su propio peso y otros requieren ingenio, desvergüenza y atrevimiento. Sirva este decálogo como legado de mi obra y como llamada a la reflexión y a la lucha activa.
Diez consejos para no pagar por las bolsas de plástico
El eslógan «La Reina Sofía que trabaje en el día» es todo un referente en el sector
1. Pedirla después de pagar: es un método muy rastrero y puede no funcionar si no consigues dar pena a la cajera o si te toca una cajera con mal humor, pero suele ser eficaz. Hay que pagar con tarjeta o con efectivo y fingir que no tienes más dinero. En el momento de ¿va a querer bolsa? deberemos fingir no escuchar o estar desprevenidos. El momento «pasen por esta caja en orden» puede ser también muy útil para este primer truco, ya que es un momento de desbarajuste y de renuncia al contrato social y a la humanidad en el que «todo vale».
2. Coger las de la fruta: en algunas cadenas de supermercados, encontramos bolsas para coger la fruta a granel o la repostería Martínez (si hay niños delante díganles que coman cien piezas de fruta al día o más). El procedimiento es muy sencillo: coger un buen puñado de estas bolsas y llevarlas en el bolsillo sin pudor cuando haya que pagar. En el momento de la fatídica pregunta «¿va a querer bolsa?» hay que responder con una rotunda negativa y sacar las bolsas de la frutería con cara de aquí no ha pasado nada. Son bolsas con poca capacidad y con la consistencia de la baba de un caracol tuberculoso, pero sirven para salir del paso.
Simply ofrece la posibilidad de mangar bolsas en la sección de frutería. La señora reflejada en el espejo me pilló.
3. Llevarlas de casa: esta es la opción más sencilla, también la más segura, pero desde aquí, no la recomendamos porque practicamos la beligerancia activa. En caso de que se opte por esta opción, es conveniente llevarlas siempre llenas de migas de pan y volcarlas sobre la cinta negra de la caja registradora. Además, es muy interesante utilizar siempre bolsas de la competencia en el supermercado en el que vayamos a comprar. En este apartado se incluyen los que llevan una bolsa de tela o elementos parecidos. Este tipo de personas merecen un homenaje. ¿De verdad vais por la vida con una bolsa de tela encima?
Acrobacia sí. Bolsa no.
4. Llevarse todo en la mano: el orgullo es lo primero. No quiero bolsa, señorita. Me lo llevo todo en la mano. En este caso, hay que hace la compra con ojo y tener en cuenta las leyes de la gravedad y de la geometría. Hay que tratar de formar un paquete cuadrado. Pondremos abajo lo que pueda servir de base e iremos construyendo una torre que podamos portar en los brazos. Es complicado, pero, a veces, no queda otra alternativa. Nunca dijimos que no pagar por las bolsas fuera algo sencillo.
5. Usar carro de la compra: desde que el carro de la compra se ha convertido en un icono hipster, ahora cualquiera se anima a salir a la calle con él. Hasta hace poco, el carro de la compra tenía la misma consideración en el imaginario colectivo que las zapatillas de cuadros de andar por casa que llevan los viejos. Ahora parece que hay modelos nuevos con diseños atractivos y ruedas biónicas. Si te atreves a hacer la compra con el carro de la compra, dejarlo atado como al perro, y llevarlo a tu lado como si fuera R2D2 (caramba qué buena idea, veo que no existe en internet) y tienes hueco en el balcón de tu casa para poner el carro junto a tu bici estática, enhorabuena. Eres mi ídolo.
Con el estampado de esta tela se podría hacer un batín para Fernando Esteso.
6. No me cobran si es de pescado: atención porque llegamos al caviar, a las excusa de maestro. Es cierto. En algunos supermercados, la cajera refuerza la bolsa de pescado (¿de qué coño está hecho el papel para envolver el pescado?) con una bolsa normal que no suele cobrar. Los auténticos purasangres se aferran a este uso y costumbre del derecho para reivindicar bolsas gratis siempre que han pasado por la sección de pescadería, aunque solo hayan comprado dos sardinas. Y muchas veces lo consiguen. Hay más cajeras colaboracionistas de lo que podemos pensar.
7. Comprar las de la basura y usarlas como bosas normales: si van a acabar siendo bolsas de basura, ¿por qué no pueden empezar siendo bolsas de la compra? Es así, las bolsas de la compra, acaban siendo las de la basura. Demos la vuelta al ciclo. Las bolsas de basura de pago, negras y con asas, que por lo visto no contaminan nada, son buenísimas. Comprémoslas y démosles un uso previo. Tendremos buenas bolsas de la compra y buenas bolsas de la basura a un precio justo.
Los inconvenientes pueden ser que la gente piense que lleves montañas de billetes por la calle o que tengas la extraña costumbre de subir la basura a casa en lugar de bajarla. -¿A dónde vas, Diógenes? A subir la basura. Peores cosas se han visto. El más tonto, hace relojes de madera.
Un tipo haciendo la compra del mes.
8. Usar cajas de cartón: sí señor. Esta técnica es brillante. La puso de moda sin darse mucha cuenta la cadena de supermercados Lidl, que empezó siendo un bazar y ahora quiere ser gourmet. La gente utilizaba las cajas de productos que estaban a punto de agotarse o que se iban a tirar para llevarse la compra. Era una forma útil y bastante ecológica, recicladora y «sostestafable» (sostenible=estafa). Hay una página de fans gloriosa llamada «Señoras que se llevan cajas de cartón por no pagar las bolsas de plástico del Lidl» de la que soy fan y recomiendo desde aquí.
9. Llevarte el carro o la cesta con ruedas hasta casa o hasta el coche: «no quiero bolsa, me llevo el carro», esa sería la frase perfecta. Efectivamente, te llevas el carro a casa, lo metes en el ascensor, descargas todo en la cocina y, si has metido un euro, lo devuelves y si no, tú verás. Hay peñas de pueblo, locales y miles de antros en este mundo en los que un carro metálico de la compra queda la mar de bien.
Las ruedas del carro tienen vida propia y lo sabes.
Si has aparcado cerca, también puedes llevarte el carro sin ningún problema. Hay un problema en el caso de que el suelo esté hecho de baldosas demasiado rugosas. El carro de la compra hará un ruido horrible y te transmitirá una vibración que parecerá una descarga de mil voltios en tu cuerpo. Da igual. Aguanta. Cualquier cosa antes que pagar por las malditas bolsas.
10. Hacer la compra online o gastar lo necesario para que te lo lleven a casa: Manda huevos, pero es así. Si haces la compra online, no te cobran por las bolsas y, además, las llenan muy poco. Cómo se nota que tiran con pólvora del rey. ¿Y la ecología? ¿Y el continente ese hecho con bolsas? En este caso no importa. Está claro que lo que importa es el dinero.
Ahora, para finalizar, podría hacer una reflexión sobre la ecología, las directivas europeas, el engaño y la incoherencia y por qué pagamos el pato los usuarios finales, pero he quedado extenuado y quizá lo haga otro día.
Se agradecen aportaciones, fotos, sugerencias, militancia, apoyo y lucha.
Nuevas aportaciones
Este artículo está teniendo bastante debate en otros foros que casi no controlo. Me llegan algunas ideas para ampliarlo. Las voy poniendo aquí. Muchas gracias.
11. Coger las bolsas de plástico para el paraguas de Mercadona: Mercadoona, Mercadona. Así es. Además del affarie Clave Ochenta, que ya descubrimos hace tiempo, Mercadona tiene sus fisuras y entre ellas está la siguiente que nos manda Fran Gil: ¡Bolsas de plástico gratis para proteger el paraguas! Son estrechas, pero resultan perfectas para meter el pan, unas latas, la botella de aceite y dos puerros gigantes. ¡Regaláis bolsas para que no os moje el suelo, bandidos, pero no las regaláis para meter la butifarra! Aquí podéis ver una compra pequeña metida en una de esas bolsas.
Guarde aquí su paraguas y lo que surja
12. El casco de la moto: esta noticia ha salido varias veces en Meneame, donde ha tenido cierto debate y en donde me han llamado de todo, hasta fulano e impresentable. Qué poco sentido del humor.
Precisamente, otro de los usuarios de esta plataforma, llamado hayunasopaenmimosca, nos da algunas ideas que rozan la paranoia y nos quedamos con esta. Hasta que tengamos una foto propia, utilizamos la siguiente que procede de la web 123 autos. En cierto modo, lleva la compra incorporada: sandía nacional, pieza. La verdad es que el gesto de llevar el casco apoyado en el brazo con la cinta que va en la barbilla puede ser muy trendy. Las de Sexo en Nueva York llevan el bolso así. A ver si lo ponen a la venta en alguna ferretería online.
«Sandio» es un gran insulto de Mortadelo y Filemón. Foto: marchasyrutas.com
13. Meterlo todo en el carro del bebé: brillantísimo consejo aportado por David Carreras. Este consejo debería estar entre los primeros. Está lleno de sentido común, pero, hasta que no lo vives, no lo entiendes. Es cierto; cuando te toca ser padre, te das cuenta de que en el carro de tu hijo cabe todo. Si es preciso, llevarás a tu hijo en brazos y reclinarás el asiento, pero la compra tiene que caber en el carrito como sea. Hay gente que utiliza hasta el arnés de seguridad para abrazar bien los congelados. Eso ya va por gustos. La parte más capaz suele ser la de abajo. Algunos modelos, como el carro de la foto que hay más abajo, tienen bolsas pensadas para la compra. ¿Alguien está pensando en procrear para no pagar por las bolsas de plástico? ¿Puede este consejo desencadenar una serie de embarazos insospechada como el gol de Iniesta en la final del Mundial? Todo puede ser.
Foto: amazon
14. Utilizar las bolsas que dan en el gimnasio para guardar el bañador: suma y sigue. Una conocida cadena de gimnasios ofrece la posibilidad de secar el bañador en una máquina centrifugadora fascinante. Además, si el bañador no está del todo seco, en estos gimnasios puedes coger bolsas de plástico para meterlo. Fuentes de toda solvencia cercanas a este blog afirman haber utilizado estas bolsas en más de una compra y, habitualmente, como bolsas de basura. Mirad la foto. Se me cae una lágrima.
¿Qué entendemos por «uso racional»? Pues eso, hacer la compra.
15. Las bolsas de la repostería a granel también pueden ser una opción.
Afortunadamente, nuestra lucha, unida al ingenio, no tienen fin. La repostería «de garrafón» que ofrecen muchos supermercados nos ofrece unas bolsas parecidas a las de la fruta, aunque no similares. En ocasiones, llegan a ser hasta más consistentes. Además, hay menos gente merodeando y es sencillo llevarse un buen puñado sin dejar sospechas. En la foto se pueden ver bolsas «gratis» de la bollería industrial a granel de Eroski.
Bolsas gratis en la bollería de garrafón.
16. Usa las bolsas para la ropa sucia de los hoteles decentes.
Aportación inteligente de J. B. Los hoteles siempre ofrecen bolsas de plástico, muy recias y con asa, para guardar la ropa sucia. Si le echamos morro, podemos rascar una por cada noche en el hotel. Si hay buffet, además, la estancia nos puede salir más que rentable. Desayuno, almuerzo y comida más bolsas de plástico. Suma y sigue. Que no pare la fiesta.
Foto: amazon
17. Coge las bolsas de las máquinas de autopago y no las pagues.
Coge la bolsa y no preguntes.
Entramos en un terreno de dudosa moralidad, pero también hay que contemplarlo. Si no te atienden personas, si te dejan a solas con una máquina gritona y desaprensiva que solo sabe decir «la ayuda está en camino», no pueden pedirte que pases la bolsa por la caja como si la bolsa fuera un producto más y tú una paciente hermanita de la Caridad. Utiliza la bolsa para meter tu compra y vete a casa con la conciencia tranquila.
18. Utiliza las bolsas que te ofrecen para el banco de alimentos
Vas a colaborar con el banco de alimentos de tu ciudad y está muy bien. Pide una bolsa a cada uno de los voluntarios. Siempre hay dos. Una bolsa será para la compra que hagas para el banco de alimentos y otra te la puedes quedar para tu compra. Nadie te dirá nada. Este truco solo se puede usar una semana al año, pero es muy efectivo. Los voluntarios suelen colaborar y hasta les hace gracia. Por cierto, el chaleco de los bancos de alimentos debería ser más flexible. Los voluntarios parecen Bob Esponja.
Bob Esponja ya llegó.
19. La tote bag Hay gente que suele llevar una de estas bolsas de tela de moderno dentro del bolso. No tienen una gran capacidad, pero te pueden sacar de un apuro. También, hemos visto artículos que hablan de que su producción es muy contaminante. Siempre hacemos todo mal. Aquí os dejo el enlace de la revista ELLE, que se adelantó al lenguaje inclusivo hace años. Chema López Juderías afirma que la tote bag merece estar aquí. Ana Benavente nos recuerda que el maestro Sho-Hai tiene un temazo al respecto y no cree demasiado en la Tote Bag.
Aún entran ahí unos yogures…
Seguimos abiertos a nuevas ideas. Si tienes alguna propuesta, no dudes en dejarla en los comentarios.