Guardiola, el entrenador

El día en que Guardiola dijo que se iba, lloré. No lo hice porque soy bastante culé, sino por emoción futbolística. Ganar o perder es parte del juego. Guardiola nos deja algo más, nos deja una revisión y una reinvención del fútbol. De eso quiero hablar en este artículo. Para los que entienden el fútbol como una militancia irracional lanzo el desafío de poner otros nombres y otras aportaciones. Creo que algunos personajes que ocupan portadas a día de hoy no darían ni para dos párrafos, pero no voy a hablar de eso.Voy a hablar de fútbol.

-Guardiola, el entrenador que sacaba a su medio centro a presionar al portero rival. Pep nos deja una reformulación de la presión entendida como labor de equipo. Para mí, ver a Busquets o a Chavi presionar al portero era un motivo de emoción futbolística enorme. El equipo presiona como un bloque y, cuando los delanteros están apretando a los defensas, es el medio centro el que sale a morder al portero. Este movimiento denota tensión, hambre y mucha disciplina. Últimamente, se veía menos, por cierto.

-Guardiola, el entrenador que utilizaba a los centrales como torres de ajedrez. La final de copa contra el Bilbao en Mestalla fue una lección para esto. Si el equipo rival presiona, los centrales se abren a las bandas y los laterales van al medio del campo. La pelota se juega.

-Guardiola, el entrenador que ponía a los laterales en el centro del campo a pedirla al pie al portero. Ejercicio ensayado hasta la saciedad. Requiere una precisión del portero muy notable y una coordinación impresionante. Trabajo y más trabajo para sacar el balón jugado. Valdés tiene mucho mérito en este sentido. No hay ningún portero que lo haga.

-Guardiola, el entrenador que creaba superioridad en banda para el lateral con un movimiento de alevines pero en primera división. Otro movimiento que se veía poco últimamente, pero que Guardiola llevaba muy trabajado. Hizo bueno a Maxwell y a otros que jamás regateaban y siempre llegaban con ventaja. Pase del interior al medio centro que la pone en ventaja para el lateral que entra solo. Grande.

-Guardiola, el entrenador que hizo internacionales a jugadores que no serían titulares en el Español. Se puede discutir, por supuesto. Pongan nombres. Yo digo Pedro y Busquets.

-Guardiola, el entrenador que trabajó el balón parado y que sabía que alguna vez le daría resultados. El balón parado se trabaja para sacar uno o dos goles por temporada con suerte. Le salió dos veces en el Bernabeú y también le sirvió a España contra Alemania en el Mundial.

-Guardiola, el entrenador que sacó al 10 de la banda y le buscó un hueco nuevo. Para mí, la aportación más brillante de Pep. El 10 estaba en la banda. Lo echaron de la media punta cuando llegaron los dos medios centros. Guardiola le ha buscado un nuevo hueco a  la estrella del equipo: el falso nueve. Hay que tener a Messi para esto, claro.

-Guardiola, el entrenador que pedía expresamente a los extremos que encararan al lateral. Parece una tontería, pero hay entrenadores que nunca te piden que encares. Te la juegas y punto. Otros te dan esa confianza y, desde el banquillo, meten presión a tu lateral.

-Guardiola, el entrenador que sabía que tener el balón es no tenerlo. El jugador del Barcelona está convencido de que para tener el balón tiene que soltarlo pronto. Hay transiciones del Barça que podrían hacerse en dos zancadas con el balón en el pie y se hacen entre tres futbolistas. A veces, no la rifaba ni en los corners.

-Guardiola, el entrenador que sabía que el fútbol es de los futbolistas. Si Messi la coge y va para adelante, lo demás no vale nada. Hay que tener siempre abierta esa posibilidad. El genio está por encima de la estrategia.

 

Consultas solo al doctor

Al alcalde de Barcelona se le ha ocurrido hacer una consulta para ver si se mete a hacer obras en la diagonal y pone unos bulevares interesantísimos. Al alcalde de Barcelona, la idea le ha salido rana. No ha ido a votar ni el tato y los que sí que han ido le han dicho masivamente que deje la diagonal como está. El señor Hereu, el mismo que quiere llevarse las olimpiadas de invierno, ha tenido que cesar al primer teniente de alcalde. ¿Se imaginan que a nosotros nos hubieran preguntado por los barcos del Ebro o por el tranvía? Por lo menos hubiera sido un detalle. ¿Qué creen que hubiera pasado? Los políticos tienen el deber de decidir por nosotros. Además, ellos creen que saben hacerlo mejor que nadie, así que casi nunca preguntan. Preguntar, en política, es de cobardes. Tal y como está el sistema, las urnas son las únicas que tienen la capacidad de preguntar en condiciones.

¿Y el Archivo de la Corona de Aragón?

El 19 de octubre del año 2006, el Gobierno de Aragón recurrió una disposición adicional del Estatuto de Cataluña, referente al Archivo de la Corona de Aragón. El Gobierno aragonés, única comunidad gobernada por el PSOE que recurrió el texto catalán, entendió que el Archivo de la Corona de Aragón -ubicado en Barcelona- es un ente indivisible que debe ser gestionado por las cuatro comunidades implicadas -Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia- y el Gobierno central y que la regulación del estatuto catalán modifica las competencias del aragonés en esa materia. El 14 de noviembre de 2006 el Tribunal Constitucional hizo pública la admisión a trámite del recurso. Fuera de Aragón no se habla de otra cosa que de esto. En cambio, en Aragón, ¿han escuchado ustedes a algún político preocupado por que se nos dé la razón con el archivo de la corona? Yo, no.

Olímpicamente

Las olimpiadas son “chufa”. Son un concepto con el que nadie se mete. Es como caer en la casilla en la que no te pueden comer. A casi nadie se le ocurre decir que las olimpiadas, con sus eternas candidaturas, son un sacaperras como otro cualquiera y que quizá haya asuntos más interesantes que poner sobre la mesa en estos momentos de dificultad económica. Nada de eso. El espíritu olímpico y toda su parafernalia gusta. Por eso es natural que haya sentado tan mal la candidatura de Barcelona. También ha sentado mal que los dirigentes aragoneses –socialistas como los catalanes- no hayan calificado de inconveniente esta candidatura. Muy al contrario, han dejado que se dispute en el terreno de juego un partido que tendría que haberse ganado en los despachos. Aragón lleva tiempo pugnando por la candidatura. Barcelona 92 obtuvo un respaldo enorme con la retirada de Jaca para favorecerla, no lo olvidemos. Y el alcalde de Barcelona, el señor Hereu, debe andar preocupado porque las encuestas lo echan del sillón. Unas olimpiadas de invierno pueden darle popularidad. Dice que va a venir por aquí a explicar su postura. Lo esperamos con los brazos abiertos.

El Barça no es de Laporta

Se ha levantado algo de barullo con las declaraciones de Valdano sobre el Barça. Les animo a leerlas y les animo también a reconocer que, en este caso, el dirigente del Madrid tiene razón. El Barcelona se mira al ombligo y el Madrid mira más al mundo. El Barça parece programar a sus jugadores para que se identifiquen con el nacionalismo catalán y para que practiquen la ambigüedad en cuanto alguien les pregunta algo un poco comprometido. Se equivoca el señor Laporta al querer convertir el equipo en un arma nacionalista. Se equivoca porque el fútbol trasciende la política y sus ramificaciones. A muchos nos gusta el Barcelona y lo animamos sin ser catalanes ni ser nacionalistas. Señor Laporta, estamos hartos de su fría y calculada cortesía. Señor Laporta, el Barça es tan suyo como mío.

Uno y dos

Me apetece poner esto. Es un cuento que escribí hace un tiempo. Quedé finalista de un concurso con él. A ver si os gusta.

Uno y dos

Yo llegué el uno de julio y ella llegó el dos. Barcelona estaba muy bonita, aunque  de día sólo veíamos las Ramblas. El sol se filtraba entre las hojas de los plataneros como en el cuadro más famoso de Renoir. Yo era camarero de terraza. Ella, escultura urbana.

   Empecé a mirarla el uno de julio. Ella empezó a mirarme el dos. Cuando le echaban alguna moneda cambiaba de posición y, al tercer cambio, se me quedaba mirando a mí. Me di cuenta y traté de disimular. Fue inútil.

Le hablé por primera vez el uno de agosto y ella me contestó el dos. «¿De dónde eres?» Le dije, pero no quiso romper su silencio porque, como me explicó después, es parte de su profesionalidad. Al día siguiente, cuando se bajó de su pedestal, vino hasta donde estaba y me dijo con toda la inocencia del mundo: -Soy de Ciudad Real ¿Por qué quieres saberlo?

   Nos esperábamos al terminar la jornada laboral y  paseábamos juntos. Nos gustaba caminar despacio por las calles antiguas del barrio gótico hablando sobre las incidencias del día. «Un extranjero me echó un billete grande y me quedé muy quieta, pero del susto», decía ella. «Le he tirado por encima medio plato de fabada a un alemán», decía yo.

   Le cogí la mano el uno de septiembre. Nos besamos el dos. Desde entonces me acostumbré a limpiarme los labios, llenos siempre de purpurina,  en el espejo del ascensor al volver a casa. Pero era inútil, su color plateado me impregnaba por completo.

   Empezaba el curso y el periodo de matriculación en la universidad, pero seguíamos allí, ella en su pedestal, yo en mi terraza. En su compañía, el sentimiento del deber se diluía por completo. Me invitó al museo de cera y yo la llevé a Santa María del Mar y al «Bosque de las Hadas».

   Un día apareció vestida como las personas normales. Llevaba un pantalón ancho, una camiseta naranja y el pelo recogido en una coleta. Tenía el gesto triste y culpable. No era la escultura humana de la que me había enamorado, aunque estaba muy guapa.

   Se marchó el uno de octubre. Yo me fui el dos.