Esto es un atraco

 

Alguien lo tiene que decir. Que quede claro que esta columna no se dirige a los grandes banqueros. Está escrita pensando en los que atienden la ventanilla, los interventores y los directores de oficina, de zona y en los regionales. En todos los que mandan, asumen y ejecutan. Los bancos ya no tienen buena prensa por culpa de sus gestores y por la permisividad de los gobiernos, por culpa del poder y de la corrupción. No tienen buena prensa porque se lo han ganado. Los ciudadanos hemos pagado sus excesos y hemos visto como algunos altos directivos se llevaban enormes cantidades de dinero al ser despedidos delante de nuestras narices. Se nos ha quedado la cara de tontos. El crédito no fluye para las empresas. También está claro. Y ¿qué pasa con los ciudadanos normales? Lo que pasa es lo siguiente: estamos pagando el pato y no puede ser. No es serio que se cobre por un ingreso en cuenta 2,5 euros. No es honesto que se cobre por apunte. No es presentable que se cobre por contar las monedas que uno pretende ingresar cuando hay máquinas que lo hacen en un minuto. No es serio ni profesional engañar continuamente en el cobro de comisiones y sangrar al cliente en sus transacciones por Internet. Es triste, pero el dinero está mejor en el colchón. Es mejor pagar en mano, en negro o como lo quieran llamar. Es triste, pero no fluye el crédito y los bancos tampoco dejan que fluya el dinero normal. Donde digo los bancos podría decir algunos bancos, ya me entienden. Desde aquí, animo a todos los que leen esta columna a no poner ni un euro en este tipo de pequeñas estafas. Animo a los trabajadores de los bancos a rebelarse pacíficamente contra esto. Animo a los directivos de banca a rectificar y a luchar por recuperar una imagen amable. Animo a los editores de este periódico a publicar esta columna.


Rescátennos

Me da lo mismo que rescaten a Bankia o, con perdón, a la madre que la parió. Quiero que alguien rescate el coraje, la dignidad y la valentía. Me ofrezco como voluntario si es preciso. Necesitamos superhéroes y no marionetas. Necesitamos superhéroes locales, regionales, mundiales y universales. Es preciso dejar de hacer negocio con la crisis. Desde los grandes empresarios, hasta los políticos, sin olvidar a los buitres que planean sobre ella y que se regodean en su contemplación, análisis, narración, divulgación y, por consiguiente, extensión. Deberíamos mirar al espejo y ver si el tipo que nos encontramos merece también un rescate. No nos vendría mal repasar las ideas básicas que mueven nuestra vida. ¿Qué es eso del estado del bienestar? Mi suegro lo llama del “bientener” y lleva razón. Tiremos esa idea a la basura. No podemos “estar bien” mientras siga habiendo pobreza y hambre consentida. ¿Qué es esa tontería de la calidad de vida?  ¿Tener una casa en Valdespartera? ¿Tener garaje? ¿Tener a los hijos en formol para que te dejen tranquilo? Hemos olvidado quiénes somos. Deberíamos leer a los griegos, a los romanos, la Biblia y a algún filósofo de vez en cuando para comprobar que realidades  como “la prima de riesgo” ha existido siempre pero con otro nombre y sirven para producir una reacción que se llama miedo. Nos dicen que consumamos más para salir de la crisis, que juguemos al pádel para hacer “networking” y estar en forma, que no comamos hidratos de carbono y que hagamos medias maratones cuando se acerquen los cuarenta. Tenemos en la mano un teléfono absurdo que nos conecta con el mundo y nos enganchamos a él como a un comecocos. Magnificamos las redes sociales y no disfrutamos en el mercadillo. Merecemos un rescate ideológico. Somos los mayores paletos de la historia de la humanidad.

Comisión en los bancos: negociar con la desgracia

Recibo este interesantísimo artículo de opinión firmado por la Asociación de Vecinos Torre Ramona. Todos hemos tenido alguna mala experiencia con las comisiones y los bancos parece que no se dan cuenta de que el futuro pasa por renunciar a ellas:

Tras los acontecimientos ocurridos en Haití, que a todos nos están conmoviendo, nos desespera la actitud de las Entidades Financieras (Bancos y Cajas de Ahorros), que, por su posición dominante en el Mercado, se aprovechan de esta tragedia para ganar su mercado. 

Todos también hemos sufrido las “malas prácticas bancarias” del cobro de comisiones en transferencias entre nuestras cuentas o movimientos que aceptarlo, supone un lucro improcedente para la entidad. 

Hay que recordar que las comisiones aplicadas por las entidades deben responder a servicios efectivamente prestados, sean aceptados o solicitados por el cliente. Por este motivo nos ponemos a disposición de todos los usuarios/consumidores a los que se les haya cobrado comisión por esta ayuda, realizada por transferencia, para reclamar a las entidades que hayan realizado esta mala práctica, y de paso recordar que existe un mercado en el que todos los consumidores podemos elegir banco o caja de ahorros, teniendo en cuenta que no en todos tienen los mismos folletos de tarifas, que no en todos son claras y comprensibles, y que por eso debemos estudiar, como en todo, la mejor oferta en el mercado. ¡¡Señores, ajústense a la realidad!!

La crisis con lupa

La crisis tiene un peligro: convertirse en teoría. En los programas como callejoneros o comando eventual pueden ver constantemente ejemplos de familias que no llegan a fin de mes o de empresarios que se desesperan porque no tienen un duro para las deudas. Pero de los bancos no se habla tanto. Hoy ha llegado a nuestras manos una nota que nos hace reflexionar. La escribe un representante de una empresa aragonesa que se dedica a la producción de componentes y sistemas para electrodomésticos. Lo dice bien claro, tienen un problema con una entidad bancaria de Aragón que antes les daba una línea de crédito de 3.8 millones de euros y ahora sólo les da 1,8. Al perder esos dos millones, se ven muy mal y manifiestan que pueden perderse trescientos puestos de trabajo directos y cuatrocientos indirectos. Ahora habrá que preguntarle al banco. ¿A que no saben a dónde nos manda?

La culpa es de los bancos

Está claro. No tenemos tiempo, ni espacio para asimilar las ideas. Un periódico pisa al del día siguiente. Las noticias se suceden. Los telediarios necesitan contenido. Hace falta carnaza, cohetes que truenen alto y que tengan efecto en el veredicto absurdo de las audiencias. No da tiempo a demostrar las acusaciones, ni a defenderse de ellas. No da tiempo a seguir las informaciones ni a recordar si alguien fue absuelto por aquello que todos le atribuyeron. La presunción de inocencia es presunta. Todos tenemos un límite y una capacidad no infinita para recibir mensajes. La consigna que nos llega ahora está muy clara y muy bien preparada: la culpa es de los bancos. Ellos han sido los causantes de la crisis. Ellos deben dar ahora la cara y dejar de ganar tanto. Tenemos excusa, tenemos emisor, receptor y mensaje. Tenemos carnaza. Necesitamos que alguien pare la máquina y la interprete. Ellos son máquinas, yo sólo soy un maquinista.