Hoy es el cumpleaños de Ainkaren, la casa cuna. Lleva 10 años ayudando a las mujeres que se quedan embarazadas y quieren seguir con el embarazo. Trescientos cincuenta bebés que podían haber no nacido están en el mundo gracias a esta asociación que lucha diariamente por ayudar a las mujeres que se les acercan antes, durante y después del embarazo. Ainkaren se dedica a escuchar a las mujeres embarazadas y a echarles una mano. No las deja solas ante un problema que van a arrastrar el resto de sus vidas. El dinero público se va a otros fines por el mismo embudo de siempre. Se paga una casa de la mujer que promueve actividades de mujeres: cine, relatos, literatura… No está mal. Sin embargo, la mujer es más que eso. Es un ser humano lleno de dignidad. Es, incluso, algo sagrado. Por eso, para mí, Ainkaren es, con mayúsculas, la Casa de la Mujer.