Hasta Labordeta lo ha dicho en Radio Nacional. Los sindicatos han estado callados cuando el paro crecía a un ritmo de vértigo. Hoy, los pitos y las sirenas deben meterse en los oídos de los sindicatos hasta muy dentro. El paquete bomba de la huelga puede estallarles encima a las centrales sindicales. Nos hemos hartado de ver a personas entrar a su trabajo diciendo que están a favor de la huelga, pero que no la hacen porque no quieren perder aún más dinero. Los sindicatos deben hacer reflexión y valorar si el papel que han representado como escuderos del gobierno es lo que los trabajadores reclamaban de ellos. La huelga general llegará tarde y mal. No aportará nada y será la inmolación de unos sindicatos incapaces de dar soluciones o apoyo a los parados. El ciudadano ya no tiene ganas de que cuatro listos le corten la calle con sus pancartas cuando vuelve de trabajar.
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