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El otro día estuve en un centro de interpretación de la naturaleza. Entré y había un bar y una tiendecita. Me jalé un calipo y me quedé muy ancho, pero me hizo pensar que vivimos en un mundo de cartón piedra, que hemos dejado que sean los políticos los que inventen las palabras y eso es lo peor que podíamos hacer. Nos iba mucho mejor cuando quien inventaba los vocablos era Chiquito de la Calzada. Ya me dirán qué vamos a hacer con los horribles palabros «frentista» y «partidista» que no dejamos de escuchar a todas horas en estos tiempos de campaña electoral. Dos inventos horribles, que no por muy cacareados dejan de sonar a gaita gallega. Y ¿qué me dicen del término «voluntad política»? ¿Y de «poner en valor el patrimonio» o «marco de diálogo»? Seamos desconfiados como zorros cuando escuchemos hablar a los políticos. Créanme, los políticos dedican poco tiempo al día a leer a Cervantes.

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