Lo que de verdad importa no son los mercados, ni la disolución de ETA, ni Moody´s, ni Standard and Poors, ni las elecciones del 20 N, ni el cambio climático del que, por cierto, ahora casi nadie se acuerda. Saber qué es lo que de verdad importa es un reto que tenemos cada uno y que solo nosotros podemos resolver. Una de las tragedias de la sociedad contemporánea consiste en no tener respuesta para esta pregunta no por ignorancia, sino por falta de interés. El día en que dejas de buscar, el día en que dejas de pensar, el día en que te dejas llevar, empiezas a morir por dentro. Cuando el trabajo, el dinero, el verbo tener, el coche, la casa, la ropa o la colonia empiezan a ser lo que de verdad importa, algo empieza a fallar en la vida. Me ha llamado la atención saber que hoy setecientos jóvenes se encierran unas cuantas horas en un auditorio para escuchar a tres personas relevantes hablar sobre lo que de verdad importa. Seguro que Irene Villa, Tony Nadal o Jaume Sanlorente pueden echarles una mano, aunque, en realidad, simplemente van a contarles su experiencia y a invitarles a pensar. Después, cada uno se saca sus castañas del fuego y decide, para bien o para mal, qué es lo que de verdad importa. Tengo la certeza de que actos como este, a diferencia de otros, ayudan a crear librepensadores y no a programar cerebros. Personalmente, me interesa ver la mirada de Irene Villa y saber qué opina sobre el perdón, escuchar a Tony Nadal hablar sobre Djokovic y comprobar si Jaume Sanllorente es un escritor, un misionero o algo diferente. Además, como me considero joven -ese sí que es un concepto discutido y discutible-, quizá me pase por el anfiteatro del Hotel Reina Petronila a ver qué es lo que de verdad importa. Si me entero, vengo y se lo cuento.
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